Page 84 - Hamlet
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GERTRUDIS.- No más...
Escena XXVII
GERTRUDIS, HAMLET, LA SOMBRA DEL REY HAMLET
HAMLET.- Un Rey de botarga... ¡Oh! ¡Espíritus celestes, defendedme! Cubridme con
vuestras alas... ¿Qué quieres, venerada Sombra?
GERTRUDIS.- ¡Ay! Que está fuera de sí.
HAMLET.- ¿Vienes acaso a culpar la negligencia de tu hijo, que debilitado por la
compasión y la tardanza, olvida la importante ejecución de tu precepto terrible?... Habla.
LA SOMBRA.- No lo olvides. Vengo a inflamar de nuevo tu ardor casi extinguido.
¿Pero, ves? Mira cómo has llenado de asombro a tu madre. Ponte entre ella y su alma
agitada y hallarás que la imaginación obra con mayor violencia en los cuerpos más débiles.
Háblala, Hamlet.
HAMLET.- ¿En qué pensáis, señora?
GERTRUDIS.- ¡Ay! ¡Triste! Y en qué piensas tú que así diriges la vista donde no hay
nada, razonando con el aire incorpóreo. Toda tu alma se ha pasado a tus ojos, que se
mueven horribles, y tus cabellos que pendían, adquiriendo vida y movimiento, se erizan y
levantan como los soldados, a quienes improviso rebato despierta. ¡Hijo de mi alma! ¡Oh!
Derrama sobre el ardiente fuego de tu agitación y la paciencia fría. ¿A quién estás mirando?
HAMLET.- A él, a él... ¿Le veis, que pálida luz despide? Su aspecto y su dolor bastarían
a conmover las piedras... ¡Ay! No me mires así, no sea que ese lastimoso semblante
destruya mis designios crueles, no sea que al ejecutarlos equivoque los medios y en vez de
sangre se derramen lágrimas.
GERTRUDIS.- ¿A quién dices eso?
HAMLET.- ¿No veis nada allí?