Page 80 - Hamlet
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Escena XXIII
CLAUDIO, HAMLET
HAMLET.- Esta es la ocasión propicia. Ahora está rezando, ahora le mato... Y así se irá
al cielo... ¿y es esta mi venganza? No, reflexionemos. Un malvado asesina a mi padre, y yo,
su hijo único, aseguro al malhechor la gloria. ¿No es esto, en vez de castigo, premio y
recompensa? Él sorprendió a mi padre, acabados los desórdenes del banquete, cubierto de
más culpas que el mayo tiene flores... ¿quién sabe, sino Dios, la estrecha cuenta que hubo
de dar? Pero, según nuestra razón concibe, terrible ha sido su sentencia. ¡Y quedaré
vengado dándole a éste la muerte, precisamente cuando purifica su alma, cuando se dispone
para la partida! No, espada mía, vuelve a tu lugar y espera ocasión de ejecutar más
tremendo golpe. Cuando esté ocupado en el juego, cuando blasfeme colérico, o duerma con
la embriaguez, o se abandone a los placeres incestuosos del lecho, o cometa acciones
contrarias a su salvación; hiérele entonces, caiga precipitado al profundo y su alma quede
negra y maldita, como el infierno que ha de recibirle. Mi madre me espera, malvado; esta
medicina que te dilata la dolencia no evitará tu muerte.
Escena XXIV
CLAUDIO solo
CLAUDIO.- Mis palabras suben al cielo, mis afectos quedan en la tierra. Palabras sin
afectos, nunca llegan a los oídos de Dios.