Page 85 - Hamlet
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GERTRUDIS.- Nada, y veo todo lo que hay.

                       HAMLET.- ¿Ni oísteis nada tampoco?

                       GERTRUDIS.- Nada más que lo que nosotros hablamos.

                       HAMLET.- Mirad allí... ¿Le veis?... Ahora se va... Mi padre..., con el traje mismo que
                  se vestía. ¿Veis por donde va?... Ahora llega al pórtico.






                  Escena XXVIII




                  GERTRUDIS, HAMLET




                       GERTRUDIS.- Todo es efecto de la fantasía. El desorden que padece tu espíritu produce
                  confusiones vanas.

                       HAMLET.- ¿Desorden? Mi pulso, como el vuestro, late con regular intervalo y anuncia
                  igual salud en sus compases... Nada de lo que he dicho es locura. Haced la prueba y veréis
                  si os repito cuantas ideas y palabras acabo de proferir, y un loco no puede hacerlo. ¡Ah!
                  ¡Madre mía! En merced os pido que no apliquéis al alma esa unción halagüeña, creyendo
                  que es mi locura la que habla, y no vuestro delito. Con tal medicina lograréis sólo irritar la
                  parte ulcerada, aumentando la ponzoña pestífera, que interiormente la corrompe... Confesad
                  al Cielo vuestra culpa, llorad lo pasado, precaved lo futuro; y no extendáis el beneficio
                  sobre las malas yerbas, para que prosperen lozanas. Perdonad este desahogo a mi virtud, ya
                  que en esta delincuente edad, la virtud misma tiene que pedir perdón al vicio; y aun para
                  hacerle bien, le halaga y le ruega.

                       GERTRUDIS.- ¡Ay! Hamlet, tú despedazas mi corazón.

                       HAMLET.- ¿Sí? Pues apartad de vos aquella porción más dañada, y vivid con la que
                  resta, más inocente. Buenas noches... Pero, no volváis al lecho de mi tío. Si carecéis de
                  virtud, aparentadla al menos. La costumbre, aquel monstruo que destruye las inclinaciones
                  y afectos del alma, si en lo demás es un demonio; tal vez es un ángel cuando sabe dar a las
                  buenas acciones una cierta facilidad con que insensiblemente las hace parecer innatas.
                  Conteneos por esta noche: este esfuerzo os hará más fácil la abstinencia próxima, y la que
                  siga después la hallaréis más fácil todavía. La costumbre es capaz de borrar la impresión
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