Page 45 - Romeo y Julieta
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WILL!AM SHAKESPEARE ROMEO Y JULIETA
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Nodriza: Tu madre. once años. Válgame Dios, si ella ya podía caminar y hasta
Julieta: Aquí estoy, señora. ¿Qué queréis? corretear por ahí. Un día antes se había hecho un chichón
Sra. de Capuleto: Quiero ... Nodriza, déjanos a solas un en la frente, y mi marido -¡Dios le tenga en su gloria!- con
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rato; deseo hablar en privado ... Pero no, quédate. Conviene qué cariño levantó a la niña. "Vaya, le dijo, ¿te h s c ído
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que oigas nuestra conversación. Tú bien sabes que mi hija de bruces? Ya te caerás de espalda cuando seas mas JU1c1osa.
ya tiene cierta edad. ¿Verdad, Julieta?" "Sí", contestó el angelito dejando de llorar.
Nodriza: ¡Cómo no voy a saberlo! Puedo contar sus días Y ya veremos cómo la broma con el tiempo dejará de ser tal.
Aunque viviera mil años, no olvidaría aquello. "¿Verdad, mi
uno a uno. Julieta?", le preguntaba él, y ella: "Sí", le replicaba llorando.
Sra. de Capuleto: Todavía no ha cumplido los catorce. Sra. de Capuleto: Basta ya. Cállate, por favor.
Nodriza: Apostaría catorce de mis dientes -¡ay, aunque no Nodriza: Me callaré, señora. Pero no puedo menos que reírme
me quedan más de cuatro!- a que no son catorce. ¿Cuánto cuando pienso que ella dejaba de llorar y le decía: "Sí", con
falta para el día de los Angeles? un chichón en la frente del tamaño de un huevo. El dolor la
Sra. de Capuleto: Algo más de dos semanas. hacía llorar, y cuando mi esposo volvía a preguntarle ...
Nodriza: Ese día, sea par o none, al anochecer, Julieta cumple Julieta: Cállate, nodriza. Por favor te lo pido.
sus catorce. Susana y ella -¡Dios tenga a mi Susana en su Nodriza: Bueno, me callaré. ¡Pero Dios te guarde, hijita!
gloria!- eran de la misma edad. Pero Susana está en el cielo; Eres la niña más hermosa que he criado. Y espero en Dios
yo no merecía la dicha de tenerla. Como le decía, la víspera vivir para verte casada.
del día de los Angeles cumplirá los catorce, por la noche.
¡Vaya si los cumplirá! Me acuerdo bien. Hace once años, Sra. de Capuleto: ¡Casada! De ello se trata, y de ello quería
cuando el terremoto, le quitamos el pecho. Jamás olvido hablarte, Julieta. Hija mía, dime, ¿qué te parecería contraer
ese día; vos y mi señor estábais en Mantua. Yo me senté a matrimonio?
tomar el sol debajo del palomar y me unté el pecho con Julieta: Es un honor en el cual aún no he pensado.
acíbar. Y como digo, cuando ella probó el pecho y lo sintió Nodriza: ¡Honor! Pues si no fuera porque yo te he criado,
tan amargo, ¡pobrecita! ¡qué furiosa se puso conmigo! Y en diría que mamaste la sabiduría de mis pechos.
ese momento empezó a moverse el palomar. Van de esto ya Sra. de Capuleto: Bien, ya debes ir pensando en casarte.
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