Page 47 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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¿Pollito o pollita?
Pasaron tres días hasta que pudieron ver a Barlovento, que era un
gato de mar, un auténtico gato de mar.
Barlovento era la mascota del Hannes II, una poderosa draga
encargada de mantener siempre limpio y libre de escollos el fondo del
Elba. Los tripulantes del Hannes II apreciaban a Barlovento, un gato
color miel con los ojos azules al que tenían por un compañero más en
las duras faenas de limpiar el fondo del río.
En los días de tormenta lo cubrían con un chubasquero de hule
amarillo hecho a su medida, similar a los impermeables que usaban
ellos, y Barlovento se paseaba por cubierta con el gesto fruncido de
los marinos que desafían al mal tiempo.
El Hannes II también había limpiado los puertos de Rotterdam,
Amberes y Copenhague, y Barlovento solía maullar entretenidas
historias acerca de esos viajes. Sí. Era un auténtico gato de mar.
—¡Ahoi! —maulló Barlovento al entrar en el bazar.
El chimpancé pestañeó perplejo al ver avanzar al gato, que a cada
paso balanceaba el cuerpo de izquierda a derecha, ignorando la
importancia de su dignidad de boletero del establecimiento.
—Si no sabes decir buenos días, por lo menos paga la entrada,
saco de pulgas —gruñó Matías.
—¡Tonto a estribor! ¡Por los colmillos de la barracuda! ¿Me has
llamado saco de pulgas? Para que lo sepas, este pellejo ha sido
picado por todos los insectos de todos los puertos. Algún día te
maullaré de cierta garrapata que se me encaramó en el lomo y era
tan pesada que no pude con ella. ¡Por las barbas de la ballena! Y te
maullaré de los piojos de la isla Cacatúa, que necesitan chupar la
sangre de siete hombres para quedar satisfechos a la hora del
aperitivo. ¡Por las aletas del tiburón! Leva anclas, macaco, ¡y no me
cortes la brisa! —ordenó Barlovento y siguió caminando sin esperar la
respuesta del chimpancé.
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