Page 48 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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Al llegar al cuarto de los libros, saludó desde la puerta a los gatos
allí reunidos.
—Moin! —se presentó Barlovento, que gustaba maullar «Buenos
días» en el recio y al mismo tiempo dulce dialecto hamburgueño.
—¡Por fin llegas, capitano, no sabes cuánto te necesitamos! —
saludó Colonello.
Rápidamente le contaron la historia de la gaviota y de las
promesas de Zorbas, promesas que, repitieron, los comprometían a
todos.
Barlovento escuchó con movimientos apesadumbrados de cabeza.
—¡Por la tinta del calamar! Ocurren cosas terribles en el mar. A
veces me pregunto si algunos humanos se han vuelto locos, porque
intentan hacer del océano un enorme basurero. Vengo de dragar la
desembocadura del Elba y no se pueden imaginar qué cantidad de
inmundicia arrastran las mareas. ¡Por la concha de la tortuga! Hemos
sacado barriles de insecticida, neumáticos y toneladas de las malditas
botellas de plástico que los humanos dejan en las playas —indicó
enojado Barlovento.
—¡Terrible! ¡Terrible! Si las cosas siguen así, dentro de muy poco
la palabra contaminación ocupará todo el tomo tres, letra «C» de la
enciclopedia —indicó escandalizado Sabelotodo.
—¿Y qué puedo hacer yo por ese pobre pájaro? —preguntó
Barlovento.
—Sólo tú, que conoces los secretos del mar, puedes decirnos si el
pollito es macho o hembra —respondió Colonello.
Lo llevaron hasta el pollito, que dormía satisfecho después de dar
cuenta de un calamar traído por Secretario, quien, siguiendo las
consignas de Colonello, se encargaba de su alimentación.
Barlovento estiró una pata delantera, le examinó la cabeza y
enseguida levantó las plumas que empezaban a crecerle sobre la
rabadilla. El pollito buscó a Zorbas con ojos asustados.
—¡Por las patas del cangrejo! —exclamó divertido el gato de mar
—. ¡Es una linda pollita que algún día pondrá tantos huevos como
pelos tengo en el rabo!
Zorbas lamió la cabeza de la pequeña gaviota. Lamentó no haber
preguntado a la madre cómo se llamaba ella, pues si la hija estaba
destinada a proseguir el vuelo interrumpido por la desidia de los
humanos, sería hermoso que tuviera el mismo nombre de la madre.
—Considerando que la pollita ha tenido la fortuna de quedar bajo
nuestra protección —maulló Colonello—, propongo que la llamemos
Afortunada.
—¡Por las agallas de la merluza! ¡Es un lindo nombre! —celebró
Barlovento—. Recuerdo una hermosa goleta que vi en el mar Báltico.
Se llamaba así, Afortunada, y era enteramente blanca.
—Estoy seguro de que en el futuro hará algo sobresaliente,
extraordinario, y su nombre será incluido en el tomo uno, letra "A", de
la enciclopedia —aseguró Secretario.
Todos estuvieron de acuerdo con el nombre propuesto por
Colonello. Entonces, los cinco gatos formaron un círculo en torno a la
pequeña gaviota, se levantaron sobre las patas traseras y estirando
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