Page 17 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
P. 17
Se alejaba en dirección al castaño cuando escuchó que la gaviota
lo llamaba.
—¿Quieres que te deje un poco de mi comida? —sugirió algo
aliviado.
—Voy a poner un huevo. Con las últimas fuerzas que me quedan
voy a poner un huevo. Amigo gato, se ve que eres un animal bueno y
de nobles sentimientos. Por eso voy a pedirte que me hagas tres
promesas. ¿Me las harás? —graznó sacudiendo torpemente las patas
en un fallido intento por ponerse de pie.
Zorbas pensó que la pobre gaviota deliraba y que con un pájaro
en tan penoso estado sólo se podía ser generoso.
—Te prometo lo que quieras. Pero ahora descansa —maulló
compasivo.
—No tengo tiempo para descansar. Prométeme que no te
comerás el huevo —graznó abriendo los ojos.
—Prometo no comerme el huevo —repitió Zorbas.
—Prométeme que lo cuidarás hasta que nazca el pollito —graznó
alzando el cuello.
—Prometo que cuidaré el huevo hasta que nazca el pollito.
—Y prométeme que le enseñarás a volar —graznó mirando
fijamente a los ojos del gato.
Entonces Zorbas supuso que esa desafortunada gaviota no sólo
deliraba, sino que estaba completamente loca.
—Prometo enseñarle a volar. Y ahora descansa, que voy en busca
de ayuda —maulló Zorbas trepando de un salto hasta el tejado.
Kengah miró al cielo, agradeció todos los buenos vientos que la
habían acompañado y, justo cuando exhalaba el último suspiro, un
huevito blanco con pintitas azules rodó junto a su cuerpo impregnado
de petróleo.
21