Page 21 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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                                              Un lugar curioso



























                       Sabelotodo   vivía   en   cierto   lugar   bastante   difícil   de   describir,
                  porque a primera vista podía ser una desordenada tienda de objetos
                  extraños,   un   museo   de   extravagancias,   un   depósito   de   máquinas
                  inservibles, la biblioteca más caótica del mundo o el laboratorio de
                  algún sabio inventor de artefactos imposibles de nombrar. Pero no
                  era nada de eso o, mejor dicho, era mucho más que todo eso.
                       El lugar se llamaba HARRY - BAZAR DEL PUERTO, y su dueño, Harry,
                  era un viejo lobo de mar que durante cincuenta años de navegación
                  por los siete mares se dedicó a coleccionar toda clase de objetos en
                  los cientos de puertos que había conocido.
                       Cuando la vejez se instaló en sus huesos, Harry decidió cambiar la
                  vida de navegante por la de marinero en tierra, y abrió el bazar con
                  todos los objetos reunidos. Alquiló una casa de tres plantas en una
                  calle del puerto, pero enseguida se le quedó pequeña para exponer
                  sus insólitas colecciones. Alquiló entonces la casa de al lado, de dos
                  plantas,   y   tampoco   fue   suficiente.   Finalmente,   tras   alquilar   una
                  tercera casa, consiguió colocar todos sus objetos, dispuestos eso sí
                  según un particularísimo sentido del orden.
                       En las tres casas, unidas por pasadizos y estrechas escaleras,
                  había cerca de un millón de objetos, entre los que cabe destacar:
                  7200 sombreros de alas flexibles para que no se los llevara el viento;
                  160 ruedas de timón de barcos mareados a fuerzas de dar vueltas al
                  mundo;   245   fanales   de   embarcaciones   que   desafiaron   las   más
                  espesas nieblas; 12 telégrafos de mandos aporreados por las manos
                  de iracundos capitanes; 256 brújulas que jamás perdieron el norte; 6
                  elefantes de madera de tamaño natural; 2 jirafas disecadas en actitud
                  de contemplar la sabana; 1 oso polar disecado en cuyo vientre yacía
                  la mano derecha, también disecada, de un explorador noruego; 700
                  ventiladores cuyas aspas al girar recordaban las frescas brisas de los
                  atardeceres en el Trópico; 1200 hamacas de yute que garantizaban
                  los mejores sueños; 1300 marionetas de Sumatra que sólo habían



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