Page 14 - Terror en el sexto B - Mayo - 6to Básico
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El terror de Sexto "B"
Hace una semana yo era un tipo común y corriente. Digamos que sin problemas. Porque
tener matrícula condicional y el año prácticamente perdido no son problemas graves. Ahora
sí estoy metido en un lío. Y tengo que contárselo a alguien porque ya no puedo cargar más
con este casete prendido en la cabeza dándome vueltas día y noche.
Primero que todo, me presento. Mis amigos me dicen el terror de Sexto "B". Soy
especialista en sabotear clases y en hacer todo tipo de bromas pesadas. Hay quienes dicen que
soy un líder negativo, pero eso es porque no me conocen de verdad. En el fondo, soy
inofensivo y hasta buena gente. O era, por lo menos. El jueves 7 de octubre, todo cambió. Fue
en clase de inglés con el profesor Quiroga, alias Porki. Él no necesita mucha presentación.
¿Ustedes ven dibujos animados? Entonces imagínense al Porki de las tiras cómicas con
anteojos, vestido de paño y treinta años de experiencia. Así, tal cual, es mi profesor de inglés.
Ese jueves, su clase empezó, como de costumbre, con la tortura de pasar al tablero. La
mirada misteriosa de Porki, recorrió mentalmente los treinta nombres de la lista. Empezó con
Acevedo, Acuña, Agudelo, Bonilla, Botero, Calderón y no llamó a ninguno. Era como la
ruleta. Siguió bajando despacio para aumentar el suspenso. Presentí su paso por la D, la E, la
F, la G y la H. Luego lo vi bajar hacia el final de la lista y me sentí salvado. Pero qué va, falsa
alarma. Otra vez arrancó en Zuluaga y su lápiz afilado subió derechito hasta llegar a mi
nombre. En él quedaron detenidas sus siniestras pupilas.
—Hernández Sergio, pase al tablero con su tarea.
Con el corazón en una mano y el cuaderno en la otra, me paré, sabiendo a lo que iba...
Le entregué el cuaderno cerrado para retrasar su furia.
—No le pedí el cuaderno para mirarle el forro —dijo, con un tono de burla—. Lo que
quiero es la tarea.
Haciéndome el bobo, abrí el cuaderno en la página de la tarea o, mejor, en la hoja en
blanco, porque no había hecho nada. Él no se demoró ni un segundo en descubrirlo.
—¿Por qué no hizo la tarea, jovencito?
—Porque no entendí, profesor.
Como estaba previsto, todo el curso soltó la carcajada.
—Explíquenme el chiste, que no le veo la gracia —dijo Porki, siguiendo también lo que
estaba previsto.
—En serio, profesor... Porque yo no entendí lo de los verbos irregulares.
Hubo otro ataque de risa general y yo estaba feliz en mi papel de payaso. Contraataqué
con otro apunte pesado pero Porki no me siguió la cuerda. Estaba en uno de sus peores días y
decidió ahorrar tiempo y esfuerzo conmigo. De una, me mandó a la rectoría.
—Deme otra oportunidad. La última oportunidad, se lo juro.
—Yo más ya no puedo hacer por usted —dijo con voz de víctima.
—Tengo matrícula condicional y el rector me advirtió que a la próxima me expulsan —le
dije casi arrodillado.
—Ése no es mi problema. Ha debido pensarlo antes. Haga el favor de salir inmediatamente
y ni una palabra más.