Page 49 - Trece Casos Misteriosos
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decirse  que  tenía aire oriental -advirtió el
 gerente.
 -¡Ay! ¡Qué horror! No vayan a ser terroristas.   ·%-·
 ¿Se imaginan que me hubieran raptado? -gimió   � ':.,   K:.
 Pussy.
 -Los tres eran morenos y  de cuerpos más
 bien fornidos -siguió Ponce-. Y si mal no re­
 cuerdo, uno tenía un lunar entre los ojos, sobre
 la nariz.
 -Y usted, ¿qué me puede decir?-El inspec­
 tor miró a Rodríguez.
 -Corroboro lo que dicen mis compañeros y
 creo que puedo agregar algo: estoy casi seguro de
 que la patente era EE, o sea, de la comuna de La
 Reina. También leí los números, pero con el ner­
 viosismo no pude retenerlos.
 El inspector se veía pensativo.
 -A ver, hagamos una reconstrucción de esce­
 na -dijo, luego de unos instantes.
 Abrió su libreta en una página en blanco y se
 preparó a dibujar.
 Los empleados se pusieron de pie, salvo la
 señorita Pussy, que continuó en su asiento. Los
 cuatro hombres tomaron la misma posición en
 que  los habían dejado los asaltantes: el señor
 gerente y los dos cajeros, tumbados en el suelo
 como sapos, mientras Santelices, también contra
 el piso, tosía en forma estrepitosa para hacer más
 veraz la escena.
 El lápiz del inspector trabajó a toda velocidad.
 Una vez terminado el boceto se quedó contem­
 plándolo unos minutos.

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