Page 46 - Trece Casos Misteriosos
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uniformes azules que huían con la caja de billetes los miró, inquisitivo, y añadió-: ¿Solamente us
y subían a la camioneta. tedes cinco estuvieron aquí en la tarde?
Todos ellos vieron cómo el vehículo se alejaba, -Sí, hoy sí -respondió la hablantina se-
raudo, con un chirrido de neumáticos. ñorita Pussy, tratando de acomodar su melena
No había pasado una hora, y ya el inspector ondulada.
Soto interrogaba a los empleados del banco -Bien, bien -Soto acarició el lóbulo de su ore-
Muchosmiles. Estos, sentados frente a él y aún ja-. Necesito, con detalles, la versión de cada uno
temblorosos, se esforzaban por recordar cada de ustedes del atraco.
detalle del atraco. -¡Ya se la di! -advirtió la secretaria, algo
-Sucedió todo como en las películas, inspec asustada.
tor -gimoteó Pussy, mientras se abanicaba con -Contó solo el principio: siga adelante -dijo
un talonario de depósitos-: primero fue la ex el inspector, tranquilizándola con una sonrisa.
plosión en los vidrios, luego el pobre Santelices -Bueno, a ver si no me falla la memoria.
paralizado, y yo, tratada a empujones y sin nin Luego que uno paralizó al pobre Santelices con
gún miramiento. ese aerosol horroroso, ¡y no se imaginan cómo
-Usted habla de vidrios quebrados, señorita. tosía!, el otro nos encañonaba, mientras que un
¿ Y no oyó el ruido de las alarmas? tercero nos amarró uno a uno de pies y manos. A
Los cinco empleados se miraron con descon mí me dejaron en esta misma silla, con una tela
cierto. En verdad, nadie había escuchado los en la boca y, a los demás, incluyendo a mi jefe,
timbres de alarma. los lanzaron al suelo de un solo empujón. ¡Y se
El inspector anotó algo en su libreta y volvió mandaron a cambiar con el dinero!
a levantar la cabeza, aún en espera de respuesta. -¿Alguien quiere agregar algo a lo dicho por
Santelices, el guardia, dijo inseguro: la señorita? -interrogó Soto.
-Las revisiones al sistema de alarma son dia -Yo difícilmente podría aportar mucho, ya
rias. Yo lo revisé a las tres de la tarde. Y nadie ex que ese maldito gas me dejó fuera de combate y
traño al banco conoce su funcionamiento. con la mente confusa: solo trataba de recuperar
-Entonces, es evidente que alguien del banco mi respiración -expresó el guardia, con aire
desconectó el sistema. -La voz autoritaria del cabizbajo-. ¡Ese condenado aerosol fue más
señor Retamales tenía un tono de incredulidad. rápido que mi pistola!
-Exactamente, señor, y no hay que ser dema -¡Recuerdo que uno de ellos era muy alto,
siado perspicaz para darse cuenta de ello. -Soto moreno y con enormes ojos oscuros! Podría ·
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