Page 51 - Trece Casos Misteriosos
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-Ustedes dicen que la camioneta estaba esta­  Lector, ¿qué hay en el dibujo de Soto que lle­
 cionada frente a la puerta, ¿no?-puntualizó.   va a la evidencia de que uno de los empleados
 -Exactamente -respondió Ponce.  mintió?
 -¿Así? -y Soto levantó su dibujo para que
 todos lo vieran.
 -¡Así! ¡Ay, qué bien dibuja, inspector, me hizo
 igualita! -se admiró Pussy.
 -O sea, en el dibujo no hay ningún error -in­
 sistió el inspector.
 -Yo  diría que está  perfecto -respondió
 Rodríguez.
 -Malo, malo, malo -musitó Soto y siguió mi­
 rando el dibujo.
 Los cajeros se miraron entre ellos y la mucha­
 cha suspiró muy fuerte. El gerente se mordía las
 uñas. Hasta que, de pronto, los ojos de Soto se
 iluminaron y sus orejas parecieron crecer.
 -Por este dibujo, que todos han aprobado
 como fiel a la realidad, debo decirles que uno de
 ustedes mintió. Eso delata a alguien que quiere
 entorpecer mi labor. Y ese alguien es usted.
 Su dedo casi tocó la nariz de la persona aludi­
 da. El personaje acusado se defendió y negó su
 culpabilidad. Pero luego de un largo interroga­
 torio, que duró todo el día siguiente, la verdad
 salió a relucir.
 Soto, otra vez, tenía razón. Y quien había des­
 conectado el sistema de alarma para facilitar el
 trabajo de los ladrones terminó confesando su
 acción.




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