Page 48 - Trece Casos Misteriosos
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decirse que tenía aire oriental -advirtió el
gerente.
-¡Ay! ¡Qué horror! No vayan a ser terroristas. ·%-·
¿Se imaginan que me hubieran raptado? -gimió � ':., K:.
Pussy.
-Los tres eran morenos y de cuerpos más
bien fornidos -siguió Ponce-. Y si mal no re
cuerdo, uno tenía un lunar entre los ojos, sobre
la nariz.
-Y usted, ¿qué me puede decir?-El inspec
tor miró a Rodríguez.
-Corroboro lo que dicen mis compañeros y
creo que puedo agregar algo: estoy casi seguro de
que la patente era EE, o sea, de la comuna de La
Reina. También leí los números, pero con el ner
viosismo no pude retenerlos.
El inspector se veía pensativo.
-A ver, hagamos una reconstrucción de esce
na -dijo, luego de unos instantes.
Abrió su libreta en una página en blanco y se
preparó a dibujar.
Los empleados se pusieron de pie, salvo la
señorita Pussy, que continuó en su asiento. Los
cuatro hombres tomaron la misma posición en
que los habían dejado los asaltantes: el señor
gerente y los dos cajeros, tumbados en el suelo
como sapos, mientras Santelices, también contra
el piso, tosía en forma estrepitosa para hacer más
veraz la escena.
El lápiz del inspector trabajó a toda velocidad.
Una vez terminado el boceto se quedó contem
plándolo unos minutos.
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