Page 120 - Trece Casos Misteriosos
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-Eh, eh, eh -vacilaba García Gómez; fruncía                          Se acercaron, cautelosos, y buscaron entre las
             el ceño, pensativo-.  ¿Qué  era lo que querían                       matas. Doña Doralisa no se preocupaba ya mucho
             saber? -preguntó por fin.                                            de su jardín. Por eso es que, entre latas de pintura
               -Es que ha desaparecido Tutankamón y doña                          vacías, cajas de cartón, pedazos de manguera y otras
             Doralisa está que se muere.                                          tant s cosas, Tutankamón, con una gran protube­
                                                                                     �
               -Eh, eh. Que se muere, que se muere, ¿qué se                      rancia en la cabeza, los miraba con ojos suplicantes.
             muere? -el escritor tenía la mirada vaga y en un                       -Caso cerrado-dijo Josefa a la grabadora.
             momento cerró los ojos.  Cuando los abrió parecía                      -Resulta obvio -añadió Diego, como si siem-
             iluminado-: "¿Qué se muere? La muchacha miró                        pre lo hubiera sabido.
             tras su hombro y allí estaba: era la sombra del pe­
             regrino". ¡Eso era! ¡Eso era! ¡Eso era! -y luego de
             repetir otra vez la misma frase, se sentó frente a la
             máquina de escribir y comenzó a teclear como si
             sus manos tuvieran alas, olvidándose de los niños.
               Diego y Josefa se codearon y salieron en punti-
             llas de la casa.
               -Sospechoso número cuatro -dijo la niña.
               -¿Por qué?-inquirió Diego.
               -Porque todos son culpables hasta que no prue-
            ban su inocencia. Me extraña tu pregunta, Hércules
             Poirot ----ontestó su hermana, con aire suficiente.
               -Bueno, y ahora ¿qué hacemos? -preguntó                                       ���
            Diego, algo picado.                                                7,,-,:
               -Primero iremos a ver a doña Doralisa, por si                            --- - ::
            se ha muerto -Josefa ya había tomado las riendas                        ..  -  -  -=--
                                                                                      ..,: -
            del caso del gato perdido-. Si está viva, la tranqui­             -       �(
            lizaremos y luego iremos a nuestra casa a procesar                       'fl�
            la información.
               Cuando abrían la reja del jardín de la anciana,
            unos gemidos ahogados tras una frondosa planta
            de nardos llamaron su atención.


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