Page 116 - Trece Casos Misteriosos
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-¿Confusión? -Josefa apretó el botón de la -No, al gato -contestó Josefa, muy seria.
grabadora. -Al gato maldito, solo lo escuché, ¡pero si lo
.
-Sí, entre los llantos del niño y los maullidos veo, lo mato!
de ese gato. -Conque l o matas, ¿eh? -dijo Diego- .
-¿Oyó al gato? -preguntó rápido Diego, en- ¡Justifícate!
trecerrando los ojos. -La que se va a tener que justificar es esa mal
-Ehhh, sí, parece -contestó la señora Torres dita vieja, dueña de ese maldito gato que no me
en forma vaga. dejaba estudiar el maldito tomo de trescientas
-¿Cómo que parece? ¿No habló de unos mau páginas de historia, y ahora me voy a sacar una
llidos? -interrogó nuevamente Diego y Josefa maldita nota.
acercó el micrófono a la boca de la señora. Los niños retrocedieron ante la verborrea furi
La señora Torres retrocedió dos pasos, y bunda de Mateo, que ya había perdido su aire so
preguntó: ñoliento y agitaba con fuerza su melena chascona.
-¿Qué significa este juego, niños? Se oyó el segundo portazo en el callejón y la voz
-Significa que Tutankamón ha desaparecido y
estamos investigando -contestó Diego. de Josefa al decir:
-Sospechosísimo número dos.
-Pues vayan a investigar a otro lado y no me
-Prepárate, Josefa: nos toca interrogar a la se-
molesten. ¡Era lo único que me faltaba! ñora Emá Araos -dijo Diego.
Y cerró la puerta con estrépito. Al segundo, sin
Josefa, entonces, encendió la grabadora y
tieron los berridos de la guagua. dictaminó:
Diego y Josefa se miraron con aire de expertos y
la niña murmuró a la grabadora: -Sospechosa número tres.
-Primera sospechosa. -Josefa: ¡método! Te estás adelantando.
De ahí se fueron a la casa número dos. -Pero, Diego, todo el mundo sabe que la seño-
Estuvieron largo rato tocando el timbre, sin ra Ema odia a los animales y le molestan los niños.
respuesta. A los cinco minutos se oyeron unos -Preparémonos para un tercer portazo -susu
pasos y abrió un joven adormilado y barbón, que rró Diego, mientras tocaba el timbre.
los miró con desinterés: La puerta se abrió. Una señora Ema sonriente y
-¿Síiii? plácida los dejó un poco desconcertados.
-Hola, Mateo. ¿Has visto a Tutankamón? -pre- -Hola, queridos: ¡qué gusto verlos! ¿En qué
guntó Diego y se escuchó el clic de la grabad ra. andan? ¡Pasen!
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-¿Al Faraón? -fue la respuesta del estudiante.
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