Page 68 - Quique Hache Detective
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arrojó de cabeza al estómago de uno de los ,f Jueves
hombres, que se dobló de dolor. En ese mo
mento, los cuatro nos rodearon. Yo me sentía
un inútil, paralizado, sin saber qué hacer.
Atraparon primero a Charo, que seguía resis
tiéndose. De mí no se preocuparon, como s1 13
no existiera. Charo me gritó, mientras la
arrastraban afuera de la estación:
-¡Eres uno de ellos, tú los trajiste! A1 otro día, la Gertru quiso llamar a
Uno de los tipos retrocedió, se acercó a un médico, dijo que yo tenía cara de enfermo
mí y me ladró: y que toda la culpa era de ella por dejarme
-¡Desaparece! trabajar de detective privado. Debo haber es
Un automóvil los esperaba afuera. Su tado pálido del susto del andén que todavía
bieron y desaparecieron por calle Industrial. no se me pasaba, pero en realidad, más que
Permanecí sin moverme durante quince mi mi salud, a la Gertru lo que le interesaba era
nutos, sin saber qué hacer, en medio de la es que le contara lo ocurrido el día anterior; se
tación abandonada, solo, como un astronauta moría de ganas por saberlo.
flotando en el espacio. Las mismas ganas que le daban todos
los días al seguir las telenovelas. La Gertru
prefiere las de las dos de la tarde. Las teleno
velas nacionales no le gustan, dice que son só
lo para reírse y eso no puede ser, las
telenovelas son para sufrir, tal como ocurre en
la vida real donde todo es una gran sufridera.
En las nacionales los galanes son todos muy
jóvenes, unos niños que todavía no se afeitan.
A la Gertru le gustan los hombres pelu
dos, como el sargento Suazo de la comisaría.
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