Page 72 - Quique Hache Detective
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con caras redondas,  algo gordos y con abun­
               dantes  pelos  por  todas  partes  del  cuerpo.
               Cuando vimos al protagonista recostado en el
               árbol torcido, mirando a sus hijos,  la Gertru
               lanzó un grito:
                      -Liceo Makario Cotapos, de Santa Fa­                                            14
               milia, segundo B.
                      No sabía de qué estaba hablando y me
               quedé mudo. Ella agregó:                                               De vuelta otra vez en Santa Familia
                      -Allí  hay  que  buscar,  en  el  Makario               revisé la dirección que había obtenido la Ger­
               Cotapos,  obvio.                                               tru de la guía de teléfonos. Desde Irasu, la ca­
                                                                              lle  principal,  me  ubicaba  perfectamente.
                                                                              Caminé cinco cuadras hacia el poniente, has­
                                                                              ta encontrar el liceo Makario  Cotapos. En la
                                                                              puerta colgaba la bandera y en el otro lado el
                                                                              escudo con el huemul y el cóndor. En el cen­
                                                                              tro del arco de la puerta,  tallado en madera,
                                                                              aparecía  la  frase:  «La  educación  e s   futuro».
                                                                             No  era  muy  original,  pero  razonable.  A  mi
                                                                             papá le gustaba repetir  frases parecidas,  para
                                                                             el bronce; las memorizaba de  un libro de fra­
                                                                             ses célebres.  Sus favoritas eran las de Gandhi
                                                                             y de  Churchill. A Churchill siempre lo con­
                                                                             fundo con un famoso director gordo de cine,
                                                                             que filmó una película de pájaros enloqueci­
                                                                             dos que atacan a los hombres.
                                                                                     «La  educación  es  futuro».  Sonaba
                                                                             bien, como lo debido,  lo que hay que hacer


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