Page 69 - Quique Hache Detective
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arrojó  de  cabeza  al estómago  de  uno  de  los   ,f   Jueves
 hombres,  que se dobló de dolor.  En ese mo­
 mento, los cuatro nos rodearon. Yo me sentía
 un  inútil,  paralizado,  sin  saber  qué  hacer.
 Atraparon primero a Charo, que seguía resis­
 tiéndose.  De mí no se preocuparon,  como s1   13
 no  existiera.  Charo  me  gritó,  mientras  la
 arrastraban afuera de la estación:
 -¡Eres uno de ellos,  tú los trajiste!   A1 otro día, la Gertru quiso llamar a
 Uno de los tipos retrocedió, se acercó a   un médico, dijo que yo tenía cara de enfermo
 mí y me ladró:   y  que  toda la culpa era de  ella  por  dejarme
 -¡Desaparece!   trabajar de detective privado. Debo haber es­
 Un automóvil los esperaba afuera.  Su­  tado pálido del  susto  del andén  que todavía
 bieron y desaparecieron por calle  Industrial.   no se me  pasaba,  pero  en realidad,  más que
 Permanecí  sin  moverme durante  quince  mi­  mi salud, a la Gertru lo que le interesaba era
 nutos, sin saber qué hacer, en medio de la es­  que le contara lo ocurrido el día anterior;  se
 tación abandonada, solo, como un astronauta   moría de ganas por saberlo.
 flotando en el espacio.   Las mismas ganas  que le daban todos

         los  días  al  seguir  las  telenovelas.  La  Gertru
         prefiere las de las dos de la tarde.  Las teleno­
         velas nacionales no le gustan, dice que son só­
         lo  para  reírse  y  eso  no  puede  ser,  las
         telenovelas son para sufrir, tal como ocurre en
         la vida real donde todo es una gran sufridera.
         En  las nacionales los galanes son todos  muy
         jóvenes, unos niños que todavía no se afeitan.
                A la Gertru le gustan los hombres pelu­
         dos,  como el sargento Suazo de la comisaría.


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