Page 115 - Quique Hache Detective
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me alcanzaría la paciencia. La verdad es que a   alguna vez estuvo la «Granjita» de don Chemo
 mí los animales no me gustan. Me gustan los   Gallardo,  era una construcción parecida a un
 loros que hablan, ésos son los únicos anima­  hangar de aviación, con un letrero en la entra­
 les que me gustan.   da donde decía:  «Empresas lntermar».  Detrás
 Indiqué a los perros que ladraban y se  de un cerco se veía un guardia y más atrás dos
 mordisqueaban:   empleados en una oficina, mirando un partido
 -¿Entonces por qué los lleva?  de tenis en la televisión. Los reconocí ensegui­
 -Es  mi  trabajo:  paseador  de  perros.  da, eran los mismos que habían secuestrado a
 Todos éstos vienen de la villa que se ve allá,  Charo en la estación abandonada. Lo aconse­
 sus dueños me pagan para pasearlos todas las  jable en esos momentos era buscar un teléfo­
 tardes, pero como le dije anteriormente, a mí  no  público  y  llamar  a  los  carabineros,  pero
 los animales no me gustan.   preferí lo más complicado.  Permanecí escon­
 Aproveché para preguntarle:   dido en la  oscuridad del edificio al  frente  de
 -No soy del barrio, busco la oficina de  las bodegas, pensando cómo entrar.
 encomiendas de lntermar.   Unos minutos después, por el inicio de
 -¿Los buses lntermar?  la cuadra,  apareció  una mujer arrastrando un
 -Esos mismos.  carrito iluminado por  una lámpara a gas.  En
 -Después de la rotonda aparece la cua-  el  carrito  llevaba  una  sartén  con  aceite  hir­
 dra de las bodegas, allí están las de Falabella y   viendo donde zambullía unas masas amarillas
 Tricot, y también la bodega de los buses.   que se transformaban rápidamente en sopai­
 -Muchas gracias.  pillas,  que luego  colgaba  de  un  gancho.  Los
 El paseador de perros siguió  haciendo  cuidadores de las bodegas de la cuadra salie­
 fuerza con los brazos para que no se les esca­  ron  a  comprar  café  con  sopaipillas.  Diez
 paran los animales.   minutos después se acercó a la puerta de ln­
 Caminé hasta la rotonda y seguí el cír­  termar.  El  guardia  de la  entrada  gritó  hacia
 culo  hasta  encontrar  la  calle  de  las bodegas.   adentro:
 Estaba oscureciendo y comenzaba la noche fres­  -Llegó la tía con la comida.
 ca  de  Santiago en verano.  La  bodega,  donde   Los  empleados  de  la  oficina  salieron,



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