Page 113 - Quique Hache Detective
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Algo  del  pasado  de  Cacho  me  hizo
 sentido en ese momento.  Las piezas del rom­
 pecabezas comenzaban a calzar.
 -¿Manejaba buses? -pregunté a León.
 -Era su  ocupación antes de convertir-
 se en arquero.                   21
 -¿En qué línea de buses?
 -No, eso nunca lo dijo.
 Nos  despedimos,  aunque  yo  sabía  la  En las  calles  de  Santa  Familia  se
 respuesta.   anunciaba el  partido del día siguiente. Todo
 Esperé que la Gertru se cansara de ha-  estaba  preparado  y  se presentía  el  ambiente
 blar y llegara la hora de la telenovela de me­  de  fiesta,  pero  también  de desánimo  por  la
 dia tarde. Entonces habló:   suerte del equipo local, el Ferro Quilín.
 -Me voy para la casa. Si te vienes con­  Gasté el dinero en un taxi que me de­
 migo te preparo un fantasmal con unas galle­  jó detrás de la villa Lomas de San Clemente.
 titas de avena.   En un parque me  senté  a  esperar,  pensando
 Traté de que la mentira no se me notara:   cualquier cosa para hacer pasar el tiempo. Me
 -Me quedo por  aquí,  no  quiero llegar  dormí  enseguida sentado en  el  banco  y des­
 tan temprano a la casa. Voy a dar una vuelta   perté una hora más tarde. No quedaba gente
 por Providencia.   en la calle y por el parque un señor paseaba a
 Por supuesto ella no me creyó.  Como   diez perros,  todos unidos  con diferentes  co­
 actor  yo  era  pésimo.  Nos  despedimos  en  el   rreas. El señor debía tener mucha fuerza por­
 metro de Manuel Montt. Todavía el sol esta­  que  los perros  querían  escapar  cada  uno en
 ba manchado, iluminaba de lado los edificios   direcciones diferentes.
 de Santiago y yo lo único que quería era que   -¿Son todos suyos? -le pregunté cuan­
 oscureciera pronto.   do pasó a mi lado.
                 -Cómo se le ocurre, no me alcanzaría
          la plata para alimentarlos a todos y tampoco


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