Page 87 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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otros tiraban. Era tan inmenso que, después de haber llegado hasta la Mesa,
tuvieron que emplear todas sus fuerzas para alzarlo y colocarlo sobre la
superficie. Allí hubo más amarras y las cuerdas se apretaron ferozmente.
—¡Cobardes! ¡Cobardes! —sollozó Susana—. ¡Todavía le tienen miedo,
incluso ahora!
Una vez que Aslan estuvo atado (y tan atado que realmente estaba
convertido en una masa de cuerdas) sobre la piedra, un súbito silencio reinó
entre la multitud. Cuatro Hechiceras, sosteniendo cuatro antorchas, se
instalaron en las esquinas de la Mesa. La Bruja desnudó sus brazos, tal como los
había desnudado la noche anterior ante Edmundo en lugar de Aslan. Luego
procedió a afilar su cuchillo. Cuando la tenue luz de las antorchas cayó sobre
éste, las niñas pensaron que era un cuchillo de piedra en vez de acero. Su forma
era extraña y diabólica.
Finalmente, ella se acercó y se situó junto a la cabeza de Aslan. La cara de
la Bruja estaba crispada de furor y de pasión; Aslan miraba el cielo, siempre
quieto, sin demostrar enojo ni miedo, sino tan sólo un poco de tristeza.
Entonces, unos momentos antes de asestar la estocada final, la Bruja se detuvo
y dijo con voz temblorosa:
—Y ahora ¿quién ganó? Idiota, ¿pensaste que con esto tú salvarías a ese
humano traidor? Ahora te mataré a ti en lugar de él, como lo pactamos, y así la
Magia Profunda se apaciguará. Pero cuando tú hayas muerto, ¿qué me impedirá
matarlo también a él? ¿Quién podrá arrebatarlo de mis manos entonces? Tú
me has entregado Narnia para siempre. Has perdido tu propia vida y no has
salvado la de él. Ahora que ya sabes esto, ¡desespérate y muere!
Las dos niñas no vieron el momento preciso de la muerte. No podían
soportar esa visión y cubrieron sus ojos.