Page 89 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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que al final sobreviene una cierta quietud. Uno siente como si nada fuera a
suceder nunca más. De cualquier modo, ese era el sentimiento de las dos niñas.
Parecía que pasaban las horas en esa calma mortal sin que se dieran cuenta de
que estaban cada vez más heladas. Pero, finalmente, Lucía advirtió dos cosas. La
primera fue que hacia el lado este de la colina estaba un poco menos oscuro
que una hora antes. Y lo segundo fue un suave movimiento que iba a través del
pasto a sus pies. Al comienzo no le prestó mayor atención. ¿Qué importaba?
¡Nada importaba ya! Pero pronto vio que eso, fuese lo que fuese, comenzaba a
subir a la Mesa de Piedra. Y ahora —fuesen lo que fuesen— se movían cerca
del cuerpo de Aslan. Se acercó y miró con atención. Eran unas pequeñas
figuritas grises.
—¡Uf! —gritó Susana desde el otro lado de la Mesa—. Son ratones
asquerosos que se arrastran sobre él. ¡Qué horror!
Y levantó la mano para espantarlos.
—¡Espera! —dijo Lucía, que los miraba fijamente y de más cerca—. ¿Ves
lo que están haciendo?
Ambas se inclinaron y miraron con atención.
—¡No lo puedo creer! —dijo Susana—. ¡Qué extraño! ¡Están royendo las
cuerdas!
—Eso fue lo que pensé —dijo Lucía—. Creo que son ratones amigos.
Pobres pequeñitos..., no se dan cuenta de que está muerto. Ellos piensan que
hacen algo bueno al desatarlo.
Estaba mucho más claro ya. Las niñas advirtieron entonces cuán pálidos se
veían sus rostros. También pudieron ver que los ratones roían y roían; eran
docenas y docenas, quizas cientos de pequeños ratones silvestres. Al fin, uno
por uno todos los cordeles estaban roídos de principio a fin.
Hacia el este, el cielo aclaraba y las estrellas se apagaban... todas, excepto
una muy grande y muy baja en el horizonte, al oriente. En ese momento ellas
sintieron más frío que en toda la noche. Los ratones se alejaron sin hacer ruido,
y Susana y Lucía retiraron los restos de las cuerdas.