Page 70 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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cuando Lucía se preguntaba si realmente podría llegar a la cumbre sin otro
                  largo descanso, se encontraron de pronto en la cima. Y esto fue lo que vieron.
                        Estaban en un verde espacio abierto desde el cual uno podía ver el bosque
                  que se extendía hacia abajo en todas  direcciones, hasta donde se perdía la
                  vista..., excepto hacia el este: muy lejos, algo resplandecía y se movía.
                        —¡Gran Dios! —cuchicheó Pedro a Susana—. ¡Es el mar!
                        Exactamente en el centro del campo, en lo más alto de la colina, estaba la
                  Mesa de Piedra. Era una inmensa y áspera losa de piedra gris, suspendida en
                  cuatro piedras verticales. Se veía muy antigua y estaba completamente grabada
                  con extrañas líneas y figuras, que podían ser las letras de un idioma
                  desconocido. Cuando uno las miraba, producían una rara sensación.
                        En seguida vieron una bandera clavada a un costado del campo. Era una
                  maravillosa bandera —especialmente ahora que la luz del sol poniente se
                  retiraba de ella— cuyas orillas parecían ser de seda color amarillo, con cordones
                  carmesí e incrustaciones de marfil. Y más alto, en un asta, un estandarte, que
                  mostraba un león rampante de color rojo, flameaba suavemente con la brisa
                  que soplaba desde el lejano mar. Mientras contemplaban todo esto, escucharon
                  a su derecha un sonido de música. Se volvieron en esa dirección y vieron lo que
                  habían venido a ver.
                        Aslan estaba de pie en medio de una multitud de criaturas que, agrupadas
                  en torno de él, formaban una media  luna. Había Mujeres-Árbol y Mujeres-
                  Vertiente (Dríades y Náyades como usualmente las llamaban en nuestro
                  mundo) que tenían instrumentos de cuerda. Ellas eran las que habían tocado
                  música. Había cuatro centauros grandes. Su mitad caballo se asemejaba a los
                  inmensos caballo ingleses de campo, y  la parte humana, a la de un gigante
                  severo pero hermoso. También había un unicornio, un toro con cabeza de
                  hombre, un pelícano, un águila y un  perro grande. Al lado de Aslan se
                  encontraban dos leopardos: uno transportaba su corona, y el otro, su estandarte.
                  En cuanto a Aslan mismo, los Castores y los niños no sabían qué hacer o decir
                  cuando lo vieron. La gente que no ha estado en Narnia piensa a veces que una
                  cosa no puede ser buena y terrible al mismo tiempo. Y si los niños alguna vez
                  pensaron así, ahora fueron sacados de su error. Porque cuando trataron de mirar
                  la cara de Aslan, sólo pudieron vislumbrar una melena dorada y unos ojos
                  inmensos, majestuosos, solemnes e irresistibles. Se dieron cuenta de que eran
                  incapaces de mirarlo.
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