Page 54 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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El alivio fue tan grande que, a pesar del frío, Edmundo sintió que una ola
de calor lo invadía hasta los pies. Al mismo tiempo acudió a su mente una idea
que le pareció la más perfecta y maravillosa: "Probablemente, este es Aslan, el
gran León. Ella ya lo atrapó y lo convirtió en estatua de piedra. ¡Este es el final
de todas esas magníficas esperanzas depositadas en él! ¡Bah! ¿Quién le tiene
miedo a Aslan?"
Se quedó ahí, rondando la estatua, y repentinamente hizo algo muy tonto
e infantil. Sacó un lápiz de su bolsillo y dibujó unos feos bigotes sobre el labio
superior del león y un par de anteojos sobre sus ojos. Entonces dijo:
—¡Ya! ¡Aslan, viejo tonto! ¿Qué tal te sientes convertido en piedra? ¿Te
creías muy poderoso, eh?
A pesar de los garabatos, la gran bestia de piedra se veía tan triste y noble,
con su mirada dirigida hacia la luna, que Edmundo no consiguió divertirse con
sus propias burlas. Se dio media vuelta y comenzó a cruzar el patio.
Ya traspasaba el centro cuando advirtió que en ese lugar había docenas de
estatuas: sátiros de piedra, lobos de piedra, osos, zorros, gatos monteses de
piedra..., todas inmóviles como si se tratara de las piezas en un tablero de
ajedrez, cuando el juego está a mitad de camino. Había figuras encantadoras
que parecían mujeres, pero eran, en realidad, los espíritus de los árboles. Allí se
encontraban también la gran figura de un centauro, un caballo alado y una