Page 51 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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IX     EN CASA DE LA BRUJA



                  Ahora, por supuesto, ustedes quieren saber qué le había sucedido a Edmundo.
                  Había comido de todo en la casa del  Castor, pero no pudo gozar de nada,
                  porque durante ese tiempo sólo pensó en las Delicias turcas, y no hay nada que
                  eche a perder más el gusto de una buena comida como el recuerdo de otra
                  comida mágica pero perversa. También  había escuchado la conversación, la
                  cual tampoco le agradó mucho porque él seguía convencido de que los demás
                  no lo tomaban en cuenta ni le hacían ningún caso. A decir verdad, no era así,
                  pero lo imaginaba.
                        Escuchó lo que hablaban hasta el momento en que el Castor se refirió a
                  Aslan y a los preparativos para encontrarlo en la Mesa de Piedra. Fue entonces
                  cuando comenzó a avanzar muy despacio y disimuladamente hacia la cortina
                  que colgaba sobre la puerta. El nombre de Aslan le provocaba un sentimiento
                  misterioso de horror, así como en  los demás producía sólo sensaciones
                  agradables.
                        Cuando el Castor les repetía el verso sobre La carne de Adán y los huesos
                  de Adán,  justo en ese momento Edmundo daba vuelta silenciosamente a la
                  manija de la puerta. Antes de que el Castor les relatara que la Bruja no era
                  realmente humana, sino mitad gigante y mitad Jinn, Edmundo salió de la casa,
                  y con el mayor cuidado cerró la puerta tras él.
                        A pesar de todo, ustedes no deben pensar que Edmundo era tan malvado
                  como para desear que sus hermanos fueran transformados en piedra. Lo que sí
                  quería era comer Delicias turcas y ser un Príncipe (y, más tarde, un Rey) y,
                  también, devolverle la mano a Pedro por haberlo llamado "animal".
                        En cuanto a lo que la Bruja pudiera hacer a los demás, no quería que fuera
                  muy amable con sus hermanos —no quería, por supuesto, que los pusiera a la
                  misma altura que a él—, pero creía, o trataba de convencerse de que creía, que
                  ella no les haría nada especialmente malo. "Porque —se dijo— todas esas
                  personas que hablan mal de ella y cuentan cosas horribles, son sus enemigos. A
                  lo mejor ni siquiera la mitad de lo que dicen es verdad. Fue muy encantadora
                  conmigo, mucho más que todos ellos. Confío en que ella es, verdaderamente, la
                  Reina legítima. ¡De todas maneras, debe ser mejor que el temible Aslan!"
                        Al fin, ésa fue la excusa que elaboró en su propia mente. Sin embargo no
                  era una buena excusa, pues en lo más profundo de su ser sabía que la Bruja
                  Blanca era mala y cruel.
                        Cuando Edmundo salió, lo primero que vio fue la nieve que caía
                  alrededor de él; se dio cuenta entonces de que había dejado su abrigo en casa
                  del Castor y, por supuesto, ahora no  tenía ninguna posibilidad de volver a
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