Page 46 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
P. 46
en este momento y pondrá a la Reina en el lugar que le corresponde. El va a
salvar al señor Tumnus; no ustedes.
—¿Y no lo transformará en piedra? —preguntó Edmundo.
—¡Por Dios, Hijo de Adán! ¡Qué simpleza dices! —dijo el Castor y rió a
carcajadas—. ¿Convertirlo a él en piedra? Si ella logra sostenerse en sus dos
piernas y mirarlo a la cara, eso será lo más que pueda hacer y, en todo caso,
mucho más de lo que yo creo. No, no. El pondrá todo en orden, como dicen
estos antiguos versos:
El mal se trocará en bien, cuando Aslan aparezca.
Ante el sonido de su rugido, las penas desaparecerán.
Cuando descubra sus dientes, el invierno encontrará su muerte.
Y cuando agite su melena, tendremos nuevamente primavera.
—Entenderán todo cuando lo vean —concluyó el Castor.
—Pero ¿lo veremos? —preguntó Lucía.
—Para eso los traje aquí, Hija de Eva. Los voy a guiar hasta el lugar
adonde se encontrarán con él.
—¿Es..., es un hombre? —preguntó Lucía, vacilando.
—¡Aslan, un hombre! —exclamó el Castor, con voz severa—.
Ciertamente, no. Ya les dije que es el Rey del bosque y el hijo del gran
Emperador más allá de los Mares. ¿No saben quién es el Rey de los Animales?
Aslan es un león . . . El León, el gran León.
—¡Oh! —exclamó Susana—. Pensé que era un hombre. Y él..., ¿se puede
confiar en él? Creo que me sentiré bastante nerviosa al conocer a un León.
—Así será, queridita —dijo la señora Castora—. Eso es lo normal. Si hay
alguien que pueda presentarse ante Aslan sin que le tiemblen las rodillas, o es
más valiente que nadie en el mundo, o es, simplemente, un tonto.
—Entonces, es peligroso —dijo Lucía.
—¿Peligroso? —dijo el Castor—. ¿No oyeron lo que les dijo la señora
Castora? ¿Quién ha dicho algo sobre peligro? ¡Por supuesto que es peligroso!
Pero es bueno. Es el Rey, les aseguro.
—Estoy deseoso de conocerlo —dijo Pedro—. Aunque sienta miedo
cuando llegue el momento.
—Eso está bien, Hijo de Adán —dijo el Castor, dando un manotazo tan
fuerte sobre la mesa que hizo cascabelear las tazas y los platillos—. Lo
conocerás. Corre la voz de que ustedes se reunirán con él, mañana si pueden,
en la Mesa de Piedra.
—¿Dónde queda eso? —preguntó Lucía.
—Les mostraré el camino —dijo el Castor—. Es río abajo, bastante lejos