Page 43 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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abajo.
                        Cuando llegaron al centro del dique, se detuvieron ante la puerta de la
                  casa.
                        —Aquí estamos, señora Castora —dijo el Castor—. Los encontré. Aquí
                  están los Hijos e Hijas de Adán y Eva.
                        Lo primero que al entrar atrajo la atención de Lucía fue un sonido
                  ahogado y lo primero que vio fue a una anciana Castora de mirada bondadosa,
                  que estaba sentada en un rincón, con un hilo en su boca, trabajando afanada
                  ante su máquina de coser. Precisamente de allí venía el extraño sonido. Apenas
                  los niños entraron en la casa, dejó su trabajo y se puso de pie.
                        —¡Por fin han venido! —exclamó, con sus arrugadas manos en alto—. ¡Al
                  fin! ¡Pensar que siempre he vivido para ver este día! Las papas están hirviendo;
                  la tetera, silbando, y me atrevo a decir que el señor Castor nos traerá pescado.
                        —Eso haré —dijo él y salió de la casa, llevando un balde (Pedro lo siguió).
                  Caminaron sobre la superficie de hielo hasta el lugar donde el Castor había
                  hecho un agujero, que mantenía abierto trabajando todos los días con su hacha.
                        El Castor se sentó tranquilamene en el borde del agujero (parecía no
                  importarle para nada el intenso frío), y se quedó inmóvil, mirando el agua con
                  gran concentración. De pronto hundió una de sus garras a toda velocidad y
                  antes de que uno pudiera decir "amén", había agarrado una hermosa trucha.
                  Una y otra vez repitió la misma operación hasta que consiguió una espléndida
                  pesca.
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