Page 28 - Crónicas de Narnia I - Junio 5to Básico
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en el colegio...
                        —¡No sigan! —imploró Susana—. No arreglaremos nada con una pelea
                  entre ustedes. Vamos a buscar a Lucía.
                        No fue una sorpresa para ninguno  de ellos cuando, mucho más tarde,
                  encontraron a Lucía y vieron que había estado llorando. Tenía los ojos rojos.
                  Nada de lo que le dijeron cambió las  cosas. Ella se mantuvo firme en su
                  historia.
                        —No me importa lo que ustedes piensen. No me importa lo que digan.
                  Pueden contarle al Profesor o escribirle a mamá. Hagan lo que quieran. Yo sé
                  que conocí a un Fauno y... desearía haberme quedado allá. Todos ustedes son
                  unos malvados...
                        La tarde fue muy poco agradable. Lucía estaba triste y desanimada.
                  Edmundo comenzó a darse cuenta de que su plan no caminaba tan bien como
                  había esperado. Los dos mayores temían realmente que Lucía estuviese mal de
                  su mente, y se quedaron en el pasillo hablando muy bajo hasta mucho después
                  de que ella se fue a la cama.
                        A la mañana siguiente, ambos decidieron que le contarían todo al
                  Profesor.
                        —El le escribirá a papá si considera que algo anda mal con Lucía —dijo
                  Pedro—. Esto no es algo que nosotros podamos resolver. Está fuera de nuestro
                  alcance.
                        De manera que se dirigieron al escritorio del Profesor y golpearon a su
                  puerta.
                        —Entren —les dijo.
                        Se levantó, buscó dos sillas para los niños y les dijo que estaba a su
                  disposición. Luego se sentó frente a ellos, con los dedos entrelazados, y los
                  escuchó sin hacer ni una sola interrupción hasta que terminaron toda la
                  historia. Después carraspeó y dijo lo último que ellos esperaban escuchar.
                        —¿Cómo saben ustedes que la historia de su hermana no es verdadera?
                        —¡Oh!, pero... —comenzó Susana, y luego se detuvo. Cualquiera podía
                  darse cuenta, con sólo mirar la cara del anciano, que él estaba completamente
                  serio. Susana se armó de valor nuevamente y continuó—: Pero Edmundo dijo
                  que ellos sólo estaban imaginando...
                        —Ese es un punto —dijo el Profesor— que, ciertamente, merece
                  consideración. Una cuidadosa consideración. Por ejemplo, me van a disculpar la
                  pregunta, la experiencia que ustedes tienen, ¿les hace confiar más en su
                  hermano o en su hermana? ¿Cuál de los dos es más sincero?
                        —Precisamente, eso es lo más curioso, señor —dijo Pedro—. Hasta ahora,
                  yo habría dicho que Lucía, siempre.
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