Page 80 - Alicia en el país de las maravillas
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Los tres soldados buscaron durante uno o dos minutos.                    -Cada cual a su sitio -gritó la reina con voz de trueno.
          Luego, tranquilamente, siguieron detrás de los demás.                       La  gente  empezó  a  correr  en  todas direcciones,  es­
              -lLes cortaron la cabeza? -gritó la reina.                          trellándose unos contra otros. Sin embargo, al cabo de uno o
             -iSus cabezas están cortadas, Su Majestad! -gritaron                 dos minutos, estaban arreglados, y empezó el juego.
          también los soldados en respuesta.                                         Alicia pensó que en su vida había visto una partida de cro­
             -iPerfectamente!  -declaró la reina-.  lSabes  jugar                 quet más curiosa. El suelo estaba lleno de surcos y de salien­
          croquet?                                                                tes.  Las  pelotas  eran  puercos espines  y  los  palos  eran
             Los soldados permanecieron silenciosos y miraron a Ali-              flamencos vivos. Los soldados tenían que doblarse y apoyar­
          cia, porque la pregunta estaba, evidentemente, dirigida a ella.         se sobre las manos para formar los arcos por debajo de los
             -Sí -contestó Alicia.
             -iVamos, entonces! -rugió la reina.                                  cuales debían pasar las bolas.
             Alicia se incorporó a la procesión, imaginando qué suce­                La dificultad mayor que Alicia encontró al principio es­
          dería después.                                                          tuvo en manejar su flamenco. Logró por fin apretarle el cuer­
             -iQué día tan hermoso! -dijo una voz tímida a su lado.               po, en forma bastante cómoda, debajo del brazo, dejando que
             Era el conejo blanco, que le observaba ansiosamente el               las piernas del animal quedaran colgando. Pero cuando ya le
          rostro.                                                                 había enderezado suficientemente el cuello e iba a usar la ca­
             -iMuy hermoso!  -contestó Alicia- lDónde está la                    beza como mazo para dar el golpe al puerco espín, el flamen­
          duquesa?                                                               co se daba vuelta, doblando el cuello y mirándola fijamente
             -iChito! iChito! -contestó con un susurro el conejo.                con expresión de sorpresa que hacía imposible poder conte­
          Miró ansiosamente por sobre su hombro mientras hablaba.                ner una carcajada. Apenas conseguía volver a ponerle la ca­
          Luego, poniéndose en la punta de los pies, se acercó-al oído           beza hacia  abajo  para  empezar  de nuevo,  se  sentía  muy
          de la pequeña y le dijo -: Está bajo sentencia de muerte.              irritada al ver que su mazo se había enroscado de nuevo y se
              -lPor qué? -preguntó Alicia.                                       preparaba a emprender la marcha. Además, Alicia tropeza­
             -lHas dicho: "iqué lástima!"? -preguntó el conejo.                  ba generalmente con un surco o con una saliente en el sitio
             -No, no dije eso -repuso Alicia -. No la creo digna de              por donde quería lanzar el puerco espín. Por último, los sol­
          lástima .. Pregunté por qué estaba condenada ...                       dados se enderezaban y caminaban hacia distintas partes del
              -Abofeteó a la reina en las orejas -empezó a: decir el             campo, con lo cual la muchacha llegó a la conclusión de que
          conejo.                                                                se trataba de un juego verdaderamente difícil.
             Alicia dio un grito de risa.                                            Todos los jugadores jugaban al mismo tiempo, sin espe­
              -iChito! iChito! -susurró el conejo con tono asusta­               rar su tumo. Se peleaban todo el tiempo y discutían por los
          do-. iLa reina puede oírte! Has de saber que llegó un poco             mazos y por los puercos espines. Al cabo de poco rato, la rei­
          atrasada y la reina dijo ...                                           na, poseída de una rabia incontenible, empezó a gritar:



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