Page 34 - El vampiro vegetariano
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—Solo  quiero  estirar  las  piernas...  ¿De

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                                                                                      —No estás nada pálido -le aseguró su ma- dre-.

                                                                                   Ya me gustaría a mí tener ese color tan sonrosado
                                                                                   nada más levantarme...
                                                                                      El  que  sí  estaba  pálido,  y mucho,  era  el  señor

                                                                                   Oliva, con quien Tomás coincidió en el rellano. El
           EL    domingo  por  la  mañana,  y  en  contra  de  su                  señor Oliva vivía en el segundo izquierda, y era el

           costumbre  de  quedarse  remoloneando  en  la  cama                     propietario del edificio, es decir, el casero de todos

           hasta  muy  tarde,  Tomás  se  levantó  temprano.  Se                   los demás inquilinos. Era un hombretón grande y
           había  pasado  la  noche  soñando  con  escaleras                       gordo,  calvo  y coloradote,  y muy antipático.
           oscuras y manos peludas, y tenía unas ganas locas                       Aquella  mañana  seguía  siendo  grande,  gordo,

           de salir al aire libre y ver el sol.                                    calvo  y antipático,  pero  no  coloradote.  Estaba
              Tantas ganas tenía de salir que, para sorpresa de                    blanco como la cera.
           sus  padres,  se  ofreció  a  ir  a  comprar  el  periódico                    Al  ver que Tomás lo miraba  con insistencia,
           sin ni siquiera pedir nada a cambio.                                       le preguntó de muy mal humor:

              —¿Te  encuentras  bien,  cariño?  -le  preguntó  su                         —¿Y tú qué miras? ¿Tengo monos en la
           madre.                                                                     cara?

              —Sí, ¿por qué? -dijo él tocándose nerviosamente                                —No  -contestó  Tomás  sin  dejar  de
           el cuello en busca de posibles orificios vampíricos-.                          mirarlo fijamente-, pero está usted muy
           ¿Estoy pálido?                                                                 pálido.
              —No, hijo, tienes muy buen color -lo tranquilizó                               —Estoy como me da la gana, ¿y a ti

           su padre-. Lo que pasa es que a mamá y a mí nos                                qué te Importa?
           sorprende un poco que te levantes tan temprano y                               —No  me importa,  pero  yo,  si  fuera
           estés tan servicial.
                                                                                          usted dormiría con la ventana cerrada.





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