Page 54 - Papelucho - 3° - Julio
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gritería de: —¡Ahora la llevas tú! —y corrían como jugando desaforados y se caían

                  y todo, hasta que Urquieta quedó como  uno de tantos del juego y no pudo
                  acusarme.
                        Después, en el comedor, me dijo: —Tú te crees muy gallito, ¿no es cierto?
                  Pero el que me la hace a mí, me la paga. Y te la tengo jurada. Tendrás que
                  arrepentirte de tus tres cachetadas.

                        Pero yo no le tengo miedo.

































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                        Resulta que Urquieta me volvió a robar mi diario y me lo tuvo escondido tres
                  días enteros. Es decir, todavía estaría escondido si yo no lo encuentro. Estaba en

                  la biblioteca entre los libros y, si no es por Cariola que me sopló dónde estaba, se
                  pierde para siempre.
                        Según  me dijo Cariola, lo que le da más rabia a Urquieta es no
                  poderme pegar, por mi pata de yeso y también que Cariola, cada vez

                  que él salta bien, le dice que si yo estuviera sano, se la ganaría. En todo
                  caso, a mí ya no me interesa ser campeón, porque pienso que es mucho
                  mejor tener un circo propio y viajar con él por todo el mundo. Gómez va
                  a ser el que doma las fieras y yo el de los caballos, el de las botellas, el
                  de los platos en el aire y el de  los trapecios. Como ahora no puedo

                  ensayarme en los trapecios, me ensayo en los platos y el mozo de la
                  cocina me los presta y, como son de latón pintado, no importa que se




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