Page 58 - Papelucho - 3° - Julio
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vi que nadie se había movido. Entonces oí unos gritos de: "¡Por la derecha, por la

                  derecha!" y salté de mi cama y fui a despertar a Gómez. Pero él ya se había
                  despertado, sólo que no se movía porque  estaba asustado. En eso sonó otro
                  disparo y yo no aguanté más, me puse los pantalones y salí afuera. Gómez y
                  Triviño, que es nuevo, me siguieron y salimos al huerto. Pero en la puerta del
                  huerto nos sujetó un agente y dijo que nos volviéramos al dormitorio, porque

                  podría alcanzarnos una bala. Era que andaban buscando al Soquete, que se
                  había vuelto a meter por la ventanita a la bodega y, como ellos pensaron que
                  podía volver a buscar su paquete, lo estaban esperando escondidos en el colegio

                  desde temprano. Y cuando entró a la bodega le hicieron: "¡Alto!" pero él se escapó
                  al huerto y en eso andaban ahora. Estábamos hablando con el agente cuando
                  llegó el Padre José y nos pescó de una oreja y nos mandó a acostarnos. Claro
                  que yo no podía dormir y nos quedamos conversando en secreto con Gómez
                  hasta que se acabó la bulla. Y después tampoco  me podía dormir; entonces

                  bajé a buscar mi diario para escribir y no lo encontré. Entonces lo fui a buscar en
                  la cama de Urquieta y se lo pillé debajo de la almohada. Me dio tanta furia con él
                  que, si no hubiera estado durmiendo, le hubiera vuelto a pegar.

                        Y ya realmente no sé dónde esconderlo, pero lo voy a guardar debajo de mi
                  colchón.
                                                                                               Mayo 16
                        Parece que anoche agarraron al pobre Soquete aquí en el huerto. Lo
                  alcanzaron con una bala y se lo llevaron sangrando de una pierna. Yo fui a ver la

                  sangre, pero con el riego se había borrado. Nos castigaron a los tres con Gómez y
                  Triviño y nos dejaron sin recreo y en la tarde escribiendo páginas enteras. A
                  veces me dan ganas de escaparme de este colegio, pero será cuando me saquen

                  el yeso.
                        Urquieta está tan furioso conmigo porque le quité mi diario, que hoy me dijo:
                        —Cuando te vuelva a robar el diario, voy a echarlo a la basura y así no lo
                  tendrás más.
                        —Es que ahora no lo encontrarás nunca —le contesté. Pero yo sé que si lo

                  sigo guardando en mi cama, me lo va  a sacar, así es que me lo metí en la
                  espalda, entre la camisa y el cuerpo y me molestaba bastante y de
                  repente uno me dio una palmada y dije que yo tenía joroba. Entonces
                  todos vinieron a tocar mi joroba y Urquieta también dijo que ése era mi

                  estúpido diario, pero que era la última vez que lo iba a tener porque
                  mañana saldría en la basura. Y, ahora al acostarme, sé que él se está



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