Page 82 - El Príncipe
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Capítulo
Exhortación a liberar a Italia de los bárbaros
Después de meditar en todo lo expuesto, me preguntaba si en Italia, en la
actualidad, las circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe
pueda adquirir gloría, esto es necesario a un hombre prudente y virtuoso
para instaurar una nueva forma de gobierno, por la cual, honrándose a sí
mismo, hiciera la felicidad de los italianos. Y no puede menos que
responderme que eran tantas las circunstancias que concurrían en favor de
un príncipe nuevo, que difícilmente podría hallarse momento más
adecuado. Y si, como he dicho, fue preciso para que Moisés pusiera de
manifiesto sus virtudes que el pueblo de Israel estuviese esclavizado en
Egipto, y para conocer la grandeza de Ciro que los persas fuesen oprimidos
por los medas, y la excelencia de Teseo que los atenienses se dispersaran,
del mismo modo, para conocer la virtud de un espíritu italiano, era
necesario que Italia se viese llevada al extremo en que yace hoy, y que
estuviese más esclavizada que los hebreos, más oprimida que los persas y
más desorganizada que los atenienses; que careciera de jefe y de leyes, que
se viera castigada, despojada, escarnecida e invadida, y que soportara toda
clase de vejaciones. Y aunque hasta ahora se haya notado en este o en aquel
hombre algún destello de genio como para creer que había sido enviado por
Dios para redimir estas tierras, no tardó en advertirse que la fortuna lo
abandonaba en lo más alto de su carrera. De modo que, casi sin un soplo de
vida, espera Italia al que debe curarla de sus heridas, poner fin a los saqueos
de Lombardia y a las contribuciones del Reame y de Toscana y cauterizar
sus llagas desde tanto tiempo gangrenadas.
Vedla cómo ruega a Dios que le envíe a alguien que la redima de esa
crueldad e insolencia de los bárbaros. Vedla pronta y dispuesta a seguir una
bandera mientras haya quien la empuña. Y no se ve en la actualidad en
quien uno pueda confiar más que en vuestra ilustre casa, para que con su
fortuna y virtud, preferida de Dios y de la Iglesia, de la cual es ahora