Page 83 - El Príncipe
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príncipe, pueda hacerse jefe de esta redención. Y esto no os parecerá difícil
                si  tenéis  presentes  la  vida  y  acciones  de  los  príncipes  mencionados.  Y
                aunque  aquéllos  fueron  hombres  raros  y  maravillosos,  no  dejaron  de  ser

                hombres; y no tuvo ninguno ocasión tan favorable como la presente; porque
                sus empresas no fueron más justas ni más fáciles que ésta, ni Dios les fue
                más benigno de lo que lo es con vos. Que es justicia grande: iustum enim
                est bellum quibus necessarium, et pia arma ubi nulla nisi in armis spes est.
                Aqui  hay  disposición  favorable;  y  donde  hay  disposición  favorable  no
                puede haber grandes dificultades, y sólo falta que vuestra casa se inspire en
                los ejemplos de los hombres que he propuesto por modelos. Además, se ven

                aquí  acontecimientos  extraordinarios,  sin  precedentes,  ejecutados  por
                voluntad  divina:  las  aguas  del  mar  se  han  separado,  una  nube  os  ha
                mostrado el camino, ha brotado agua de la piedra y ha llovido maná; todo
                concurre  a  vuestro  engrandecimiento.  A  vos  os  toca  lo  demás.  Dios  no
                quiere hacerlo todo para no quitarnos el libre albedrío ni la parte de gloria
                que nos corresponde.

                   No  es  asombroso  que  ninguno  de  los  italianos  a  quien  he  citado  haya
                podido  hacer  lo  que  es  de  esperar  que  haga  vuestra  ilustre  casa,  ni  es
                extraño  que  después  de  tantas  revoluciones  y  revueltas  guerreras  parezca
                extinguido el valor militar de nuestros compatriotas. Pero se debe a que la
                antigua  organización  militar  no  era  buena  y  a  que  nadie  ha  sabido
                modificarla. Nada honra tanto a un hombre que se acaba de elevar al poder
                como las nuevas leyes y las nuevas instituciones ideadas por él, que si están

                bien  cimentadas  y  llevan  algo  grande  en  sí  mismas,,  lo  hacen  digno  de
                respeto y admiración. E Italia no carece de arcilla modelable. Que si falta
                valor  en  los  jefes,  sóbrales  a  los  soldados.  Fijaos  en  los  duelos  y  en  las
                riñas,  y  advertid  cuán  superiores  son  los  italianos  en  fuerza,  destreza  y
                astucia. Pero en las batallas, y por culpa exclusive de la debilidad de los
                jefes, su papel no es nada brillante; porque los capaces no son obedecidos; y

                todos  se  creen  capaces,  pero  hasta  ahora  no  hubo  nadie  que  supiese
                imponerse por su valor y su fortuna, y que hiciese ceder a les demás. A esto
                hay que atribuir el que, en tantas guerras habidas durante los últimos veinte
                años, los ejércitos italianos siempre hayan fracasado, como lo demuestran
                Taro, Alejandría, Capua, Génova, Vailá, Bolonia y Mestri.
                   Si vuestra ilustre casa quiere emular a aquellos eminentes varones que
                libertaron  a  sus  países,  es  preciso,  ante  todo,  y  como  preparativo

                indispensable  a  toda  empresa,  que  se  rodee  de  armas  propias;  porque  no
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