Page 257 - La Odisea alt.
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criterio:
«¡Prestadme ahora oídos, itacenses! Porque Odiseo ha realizado estas
acciones con la aprobación de los dioses inmortales. Yo mismo vi a un dios
inmortal, que estaba en pie junto a Odiseo y se asemejaba en el aspecto a
Méntor. El dios inmortal se mostraba unas veces ante Odiseo dándole valor, y
otras asustaba y acosaba a los pretendientes en el salón, y ellos caían
amontonándose».
Así habló y a todos los otros les invadió un pálido terror. Entre ellos tomó
la palabra el viejo héroe Haliterses Mastórida, que era el único que veía
pasado y futuro. Con benévola intención tomó la palabra y dijo:
«Prestadme ahora atención, itacenses, a lo que os voy a decir. Por vuestra
maldad, amigos, ocurrieron estas cosas. Porque no me hicisteis caso a mí, ni a
Méntor, pastor de pueblos, para detener las locuras de vuestros hijos, que
segaban los bienes y deshonraban a la esposa de un hombre magnífico, que
afirmaban que no iba a volver. ¡Hacedlo ahora, escuchadme, tal como yo os
digo! ¡No vayamos, para que nadie encuentre una desgracia buscada!».
Así dijo. Los unos se marcharon con gran griterío, más de la mitad: los
otros se quedaron congregados allí. A los primeros no les gustó, en su corazón,
el último consejo, sino que obedecían al de Eupites, y al momento se
abalanzaron en busca de sus armas. Después de haber revestido el reluciente
bronce, se reunieron en pelotón ante la espaciosa ciudad. A éstos los
capitaneaba Eupites con insensato empeño. Se figuraba él que iba a vengar la
muerte de su hijo; pero no regresaría, sino que iba allí al encuentro de un fatal
destino.
Por otro lado, Atenea hablaba con Zeus Crónida:
«Padre nuestro Crónida, el más sublime de los poderosos, contesta a mi
pregunta: ¿qué late en el interior de tu mente? ¿Llevarás más lejos la dañina
guerra y la cruel contienda, o vas a reimplantar la amistad entre unos y
otros?».
Respondiéndole a ella le dijo Zeus que amontona las nubes:
«Hija mía, ¿por qué sobre eso me preguntas e interrogas? ¿Acaso no
decidiste tú misma ese plan de que Odiseo castigara a ésos a su regreso? Actúa
como quieras. Pero te advertiré lo que me parece conveniente. Puesto que ya
Odiseo ha dado castigo a los pretendientes, que pacten juramentos leales y él
reine para siempre. Y nosotros, por nuestra parte, facilitemos el olvido de la
matanza de hijos y hermanos. Que convivan en amistad los unos y los otros,
como en el pasado, y que haya prosperidad y paz en abundancia».
Diciendo esto apremió a Atenea, que ya lo deseaba, y ella descendió