Page 99 - Autobiografia de mi Madre v.2
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fa persona lJUe debfa  seguir viva. Su  padre  nunca le   sido arrancado de un cuadro,  .. de una pintura� no de
 habfa prestado atención en realidad; su forma de verla   una fotogrnffo., tan briUanre )  tan natural, y 5jn_ embargo
 después de la mucrre de su hijo no era muy distinta de   tan mue:to. �ada en el mundo me habría podido di­
 cómo la ,·cía antes de que el chico muriera, Ahora su   suadir de  leerla.  Decía  " C her i\fonsicur  et  ChCre
 madre la recibía siempre con su silencio. Su  padre sí­  Madame", )' todo el resto estaba escrito en inglés. Mi
 guió sin dirigirle n u nca la palabra.   hermana  tuvo  una  disputa  consigo  misma, pues  su
 Se convirtió en mi hermana cuando, poco después   madre no le hablaba y su padre nunca le había habla­
 de que la expulsaran de la escuela, se quedó embaraza­  do. Lo negó todo. lnventó una historia que me  permitió
 da y la ayudé a librarse de aquel  problema. No fue   por primera vez  hacerme una  idea  de 1o  que  era  la
 difícil;  recordaba  todos los  detalles por experiencia   vida durante  la niñez y de  lo que  un  niño de verdad
 propia. No quería que nada concerniente a ese tema se   podía hacer y decir, Un niño mira hacia d horizonte v
 supicrn, así <¡ue la oculté en la pequeña habitación de­  cree que el mundo es plano y que al llegar al borde dcl
 trás de la cocina que volvía a ser mi habitáculo. También   mismo uno cae en la nada, Una convicción con10 esa
 segufa cocinando yo misma 1ni comida. Le hice infu�   es una convkción infandL No existe ninguna explica­
 siones de hierbas muy fuertes. Cuando vi que el niño   dón científica que haga de esa convicción algo ridículo;
 que llevaba en sus entrañas seguía negándose a salir,   es la falta de certeza, la falta de complejidad Jo que la
 introduje la mano en su útero y lo extraje por la fuerza.   hace parecer ridícula. Ella creía con todas sus fuerzas
 Sangró durante varios días. Su cuerpo se contraía y se   que sus  explicaciones reflejaban la verdad  más trans­
 doblaba de dolor. No murió. Me había convertido en   parente: había saltado el muro del convento para dar
 una verdadera experta en gobernar mi  propia vida,   un paseo porque  aguella  atmósfora cerrada le hacía sentir
 por lo menos en ese aspecto concreto, tanto que podía   nostalgia de su hogar y porque echaba de menos los
 extender ese poder a cualquier otra mujer que me l o    -espacios abiertos de su c¡ueddo 11ah-aut; cada vez que
 pidiera,  Pero mi hermana no  me  lo  pidió. Yo  nunca   escapaba saltando  los muros del convento en mírnd
 me convertí en su hermana, nunca me permitió entrar   de la noche� por una extraña coincidencia, se encontr-a�
 en su intimidad, nunca me dio las gradas; de hecho; la   ba con el  mismo hombre, un ral Claude Pacquet, un
 impenetrable reserva en  la que ella vefa que mantenía   hombre joven que aspiraba a convertirse algún día en
 mi propia vida sólo contribuyó a aumentar el recelo y   alguacil. Una explicación tan absurda e.orno -aquella re­
 la falta de entendimiento.   suJraba cómica sólo si vivfas en un mundo cómodo y
 La expulsaron de la etcuefa por mantener una rela­  de amplias miras en d que la posidón de tu famfüa no
 ción  clandestina con  un  hombre;  así  la  describía   podía ser cuestionada, en e1 <..1 ue tu propia posición no
 literalmente la directora en una carta dirigida a nuestro   podía ser cuestionada, Su madre no se rió, Su padre
 padre: "Eli1.abcth ha estado manteniendo una relación   no se rió. Y o   no me reí,
 clandestina con  un joven policía de St. Joseph". Esa   Cuando estuvo  wtalmente recuperada  del  trance
 carta estaba sobre la mesa en aquella habitación de la   de expulsar de su cuerpo el hijo que no quería, lo pri­
 casa de mi padre en la que todo tenía aspecto de haber   mero  que hizo fue escupir al  suelo deJante de mí, no


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