Page 38 - Autobiografia de mi Madre v.2
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alto; tenía el pelo rojo; sus ojos eran grises. Su esposa,   codismo, y mientras la lcia me pregunté qué tendrfa que
             la mujer con 1a que se casó tras 1a muerte de mi madre   Ver conmigo la vida de un hombre ran lleno de tumul­
             al darme a luz a mí, e1·:a la única hija de un ladrón, un   tuosa espiritualidad  y  devoción.  :v1i  padre se  había
             hombre que cultivaba bananas y café y cacao en tierra   convertido al rnetoclismo� asistia a la igfosfa. todos los
             de su propiedad (estas cosechas eran luego vendidas a   domingos; enseñaba en )a escuela dominical Cuanto más
             un tercero, un europeo que las exportaba). Se entregó   robaba 1  cuanto más dinero tenia, más a menudo füa a la
             a mi padre sin dinero, pero  su progenitor le propor•   iglesia; no es insólito que ambas cosas estén relaciona­
             donó al mío muy buenos contactos. Comprnban 1untos     das. Y a medida que iba aumentando su riqueza, también
             la tierra de otras perwnas, repartían las ganancia., de   se haci2. más lm1!terable la máscara que llevaba por ros­
             forma satisfactoria para ambos� nunca discutían, pero   tro, hasta el punto de que ya no recuerdo cuál era su
             tampoco parecían ser grandes ami s; mi padre nun­      verdadero aspecto, d que tenía las primeras veces que le
                                           go
             ca tuvo nada parecido a un buen amigo. No sé cuándo    ví )  hace tanto tiempo )  antes de vivir con él. Así pues, en
             conoció a la hija del que había sido su cómplice en las   át}Uel tiempo, tanto mi madre como mi padre eran un
             fe chorías  que cometió. Puede que haya  sido durante   misterio para mí:  una a causa de la muerte >  d otro a
             una noche estrell,ida, o una noche sin ninguna luz bri­  causa del laberinto de la vida; a una no la había visto
             llando allá arriba, o durante un día con un sol grande y   nunca, al otro le veía constantemente,
             rcludente en el delo, o tan inhóspito que uno se slntjera   Mi pequeño mundo es raba lleno de peligro y false­
             triste  sólo  por el hecho de estar vivo.  No  lo sé  y no   dad, pero no me 2te1norké )  no fui más cauta por ello.
             quiero averiguado. EHa tenía una voz un tanto chillona   Aunque no era insensible ál peligro que la esposa de mi
             y vehemente; si existe alguna lengua capaz de hacer que   padre  suponía  para  mí,  y  tampoco  era insensible al
             su voz resultara musical y por lo tanto invitara al de­  peligro que en su opinión mi presencia suponía para
             seo, yo aún no la. conozco.                            ella. Así, en casa de mi padre, que era el hogar de ella,
                Por  aquel entonces mi  padre  debía de  quererme,   intentaba  disimular mis  sentimientos camuflándome
             pero nunca me lo dijo. Jamás le oí decirle esas palabras   bajo una actitud apocada y timorata.  En realidad  no
             a nadie, Deseaba que yo siguiera yendo a la escuela, y   me sentía  en deuda  por nada en absoluto; no habfa
             se aseguró de que así fuera, pero no sé por qué lo hizo.   hecho nada, ni deliberada ni accidentalmente, que justi­
             Él quería que  continuara  yendo  a la escuela durante   ficara  aquella  forma  mfa  de  estar siempre  como
             más tiempo del que era habitual para la mayor parte    suplkando perdón )  pero esa spariencia pusílánime era
             de las niñas. Y fui a la escuela hasta después de los trece   un arma ... una manera de desviar su atención de mí, de
             años. Nadie me dijo lo que debía hacer con mi vida     persuadida para <:1ue pensara  en mi como  en alguien
             cuando acabara la escuela. El hecho de que yo fuera a   digno de compasión� una niña ignorante, Ella no me
             la  escuela  suponfa  un gran sacrificio,  pues, como su   gustaba� yo no deseaba su muerte, sólo quería que me
             esposa señalaba frecuentemente, habría resultado mu­   dejara en paz. Tenía mucho cuidado de no ir demasia­
             cho más útil en la casa. 1:11 me daba libros de lectura.   do lejos con ese talante bondadoso porque no quería
             Me dio una biografía de John W e sley, fundador del me-  granjearme la simpatía de nadie más, y la de mi padre



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