Page 118 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 118

tan  destacado  de  la misma que ahora se  le permitía   momento de in g enua  es peranza;  su madre debió de
              hacer !a lectura durante e1 scvicio dominical de la ma­  pensar que un nombre como ése, que poseía la riqueza
              ñ a na.  Como obedeciendo  a  1nis  IJamadas,  toda  la   y el poder de haber gozado de una segunda oportuni­
              congre g ación 8ur g ió  de repente  fuera  de la i g lesia, y   dad divina, le proteg ería de alguna manera de la muerte
              entre los fieles estaban mi padre, en  q uien ya no había   en vida que era su existencia real; pero no había servi­
              el menor indicio de la falsedad en la  q ue había incurri­  do de nada,  había nacido siendo el de los Muertos y
              do  uniéndose  a  un  grupo  de  gente  como  aquél,  y   moriría siendo el de los I\.luertos. Era una de las mu­
              también Phili p , el hombre para el  ue yo trabajaba pero   chas  p ersonas  con  ]as  q ue mi padre 1nantenía  una
                                          q
              al  g uc no odiaba y < ¡ ue era al mismo tiempo el hombre   relación parasitaria, (así como las  personas con las que
              con el  que me acostaba pero al que no amaba y con      nú padre as1Stía a los servidos eclesiásticos mantenían
              quien finalmente me  casa.ría  aunque :;:iguiera sjn amarle.   una relación parasitaria con mí padre), y yo le conocía
              Los fieles de aquella congregación se encontraban en    pon.¡ue mí madre esrnba enterrada en ese cementerio
              ac ¡ ucl  momento en  un  estado  de profunda satisfac­  (no veía su tumba desde donde estaba ahora), y una
              ción, aunque su estado de profunda satisfacción no era   vez en que había ido a visltar su sepultura, me tropecé
              idéntico  en  todos  los casos;  mi  padre  estaba menos   de frente con él en el camposanto; llevaba una botella
              satisfecho que Phili p, su posición en el  grupo estaba   (de medio litro) de ron blanco en una mano,  y  con la
              menos afianzada. Pero mi padre  poseía una increíble    otra se sostenía los  p antalones a Ja altura de ia cintura;
             capacldad de fingir y sabía muy bien c6mo conseguir      un insecto no dejaba de intentar sorber de una gota de
              que una persona corriente se sintiera des g raciada y cómo   saliva gue tenía en la comisura de la boca, y él al  p rin­
              hacer que  q uien era simplemente un  p obre desgracia­  ci p io utilizó la mano con la  q ue sostenía la botella de
             do  se conl'irtiera  en  una  persona capa,  de  gdtar en   ron para espantarlo;  p ero el jnsecto  p ersistía con obsti�
             medio de la noche: ¿Qué es lo que hace gue el mundo      nación >  así que� instintivamente, sin pensarlo� soltó la
             g i re en mi contra?, con un gemido de angustia tremen­  cintura de Jos pantalones  y  a p artó :al lnsecto con firme­
             damente acorde con la misma esencia de la noche y sin    za. El insecto se atejó, el insecto no volvió, pero los
             embargo completamente extraño a la  persona real de      pantalones se le cayeron hasta los tobillos,  y  una vez
             cuyo ser habían escapado involuntariamente aquellas      más de manera instintiva, sin pensarlo, se a gachó para
             palabras. No había  g ue ir muy lejos para descubrir con   subírselos y volvió a encontrarse en 1a 1nisrna situación,
             una simple mirada un elocuente ejemplo: en el extre­     la situación de  un pobre hombre atribulado  p or una
             mo  más  alejado del  cementerio, colindante  con el     serie de acontecii11ientos a fa  quienes se sienten cul p a­
             camposanto, estaba un hombre llamado La,arus ha•         bles,  los  exbaústos  y  los  desesperados, llaman vida.
             ciendo  un  a g ujeto en  la tierra,  estaba Cávando  una   Parecía una  bestia de carg ,a demasiado cansada, pare­
             tumba; la  persona que fuera a ser enterrada en esa tumba   cía  un cadáver  de  animal viviente;  los  huesos de  su
             tan alejada de la i lesia sería una persona  pobre,  q uizá   cuerpo eran demasiado  prominentes,  estaban  dema­
                            g
             uno de los  simplemente desgraciados. Yo conocía  a      siado a flor de piel, él despedía un olor amargo, hedía,
             Lazatus  ... debían de haberle pue�to ese nombre en un   olía  como algo putrefacto  que estuvlera en  esa  fase


                                   1 1 8                                                   l 1 9
   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122   123