Page 113 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Pregunto:  Q ué es lo que hace que el mundo  gire   trucción, pretendía lmitar en su sencilleh y modestia a
 ¿
 en mi contra y en contra de todos  los  que son como   otra construcción similar de un poblado insignificante
 yo? No poseo nada, cuando hago esa pregunta no es­  en algún oscuro rincón de Inglaterra. Pero esta iglesia,
 toy contemplando nada; el lujo de obtener una respuesta   caracterísúca en todos Ios aspectos de su tiempo y su
 que podría lJena.r volúmenes enteros no está a mi al­  lugar� había sido construida, centímetro :a centímetro >
 cance. Cuando hago esa pregunta, mi voz está Hcna de   p or esclavos,  y  muchos  de aquellos  esclavos  habían
 dcsesperadón.   muerto míentras construían esta iglesia ) y entonces sus
 Hay siete dfas en una semana, por qué, no Jo sé. Si   amos les habían  enterrado de tal  forma  que cuando
 alguna vez me viera en !a necesi<l::i.d de contar con ese   llegara el día del ¡uicío  final  y la resurrección  de los
 tipo de cosas� días y se1nanas y meses y años, no estoy   muertos, los rostros de los esclavos no esr:uvieran vuelrn
 segurn de gue fuera a organizarlas de la misma forma   tos hacia b luz eterna del Paraíso sino hacia la eterna
 en <¡ue las be encontrado. Pero de todas formas, ahí   oscuridad del Infierno. Ellos, los esclavos, estaban en­
 están.   terrados con los rostros glrados en dfrección opuesta
 Era un domingo en Rosea u; el aspecto de las calles   al este. Pero en primer lugar� ¿tenían los esclavos algún
 rc::::ultaba inqujetante, medio V:\CÍas� silenciosas }  límpi­  interés en ver fa luz eterna;  y_ ué pasaría sl los esclavos
 das; en el  puerto el  agua estaba en perfecta quietud,   prefirieran la oscuridad eterna? Lo lamentable es  gue
 corno com:enida en una botella, en las casas no se oían   la respuesta a esas preguntas ya no resulta de ninguna
 las habituaks voces pendencieras el azul del cielo era a   utilidad a nadie.
 >
 un  tiempo abrumador  y  ordinario.  La población  de   Así pues, una vez más, ¿qué es lo  que hace que el
 Roseau, es decir, todos aquellos que tenemos un deter­  mundo g1re? A la mayoría de las personas que se en­
 minado aspecto, habíamos sido reducidos a sombras   contraban  en  el interior de aquella iglesia  les  habría
 hada mucho tiempo; los eternamente extranjeros, Jos   gustado  saberlo. Estaban cantando  un  himno.  Decía
 que sobrábamos, habíamos  perdido hacia mucho tiem­  así: "Ob Jesús, he prometido / servirte hasta el final: /
 po toda relación con la totalidad, con una vida interior   nunca  te  alejes  de  mí,  /  mi Señor y  mí amigo". En
 de nuestra propia invención, y puesto que era domin­  ague] momento  quise llamar a la puerta Je la iglesia.
 go, algunos deambulaban ahora como en trance, fuera   Quise decir: Dejadme entrar,  de¡adme entrar. Quería
 de sus cabales, camino de una iglesia o saliendo de una   decir: Permitid que os explique una cosa: no es posible
 iglesia. La atmósfera < ¡ ue impregnaba esta actividad -ir   hablar de Señor y amigo; un señor es una cos-a y un
 hacia la iglesia, volver de la iglesia- producía la  sensa­  amigo es otra que no tiene nada que ver, atgo  total­
 ción de  que hubiera sido decretada. Si ificaba también,   mente  dístinto;' un  señor no puede  ser un amigo.
 gn
 una vez más, fa derrota, pues ¿qué habría sido de las   Además )  ¿quién desearía algo así, un señor y al mismo
 vidas de todos los con< 1uistados si  éstos no hubieran   tiempo  amigo?  Sólo  lo  desearía  un  hombre.  Es  un
 acabado  por  creer  en  los  dioses  del  pueblo  que  les   hombre <¡uien preguntaría qué es lo gue hace  que el
 había conquistado? Pasé junto a una iglesia. La propia   mundo gire  y  encontraría  en  su  propia  respuesta
 estructura de la iglesia, una pequeña y hermosa cons-  campos gravitatorjos, líneas imaginarias, ángulos y ejes,



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