Page 112 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Pregunto: Q ué es lo que hace que el mundo gire trucción, pretendía lmitar en su sencilleh y modestia a
¿
en mi contra y en contra de todos los que son como otra construcción similar de un poblado insignificante
yo? No poseo nada, cuando hago esa pregunta no es en algún oscuro rincón de Inglaterra. Pero esta iglesia,
toy contemplando nada; el lujo de obtener una respuesta caracterísúca en todos Ios aspectos de su tiempo y su
que podría lJena.r volúmenes enteros no está a mi al lugar� había sido construida, centímetro :a centímetro >
cance. Cuando hago esa pregunta, mi voz está Hcna de p or esclavos, y muchos de aquellos esclavos habían
dcsesperadón. muerto míentras construían esta iglesia ) y entonces sus
Hay siete dfas en una semana, por qué, no Jo sé. Si amos les habían enterrado de tal forma que cuando
alguna vez me viera en !a necesi<l::i.d de contar con ese llegara el día del ¡uicío final y la resurrección de los
tipo de cosas� días y se1nanas y meses y años, no estoy muertos, los rostros de los esclavos no esr:uvieran vuelrn
segurn de gue fuera a organizarlas de la misma forma tos hacia b luz eterna del Paraíso sino hacia la eterna
en <¡ue las be encontrado. Pero de todas formas, ahí oscuridad del Infierno. Ellos, los esclavos, estaban en
están. terrados con los rostros glrados en dfrección opuesta
Era un domingo en Rosea u; el aspecto de las calles al este. Pero en primer lugar� ¿tenían los esclavos algún
rc::::ultaba inqujetante, medio V:\CÍas� silenciosas } límpi interés en ver fa luz eterna; y_ ué pasaría sl los esclavos
das; en el puerto el agua estaba en perfecta quietud, prefirieran la oscuridad eterna? Lo lamentable es gue
corno com:enida en una botella, en las casas no se oían la respuesta a esas preguntas ya no resulta de ninguna
las habituaks voces pendencieras el azul del cielo era a utilidad a nadie.
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un tiempo abrumador y ordinario. La población de Así pues, una vez más, ¿qué es lo que hace que el
Roseau, es decir, todos aquellos que tenemos un deter mundo g1re? A la mayoría de las personas que se en
minado aspecto, habíamos sido reducidos a sombras contraban en el interior de aquella iglesia les habría
hada mucho tiempo; los eternamente extranjeros, Jos gustado saberlo. Estaban cantando un himno. Decía
que sobrábamos, habíamos perdido hacia mucho tiem así: "Ob Jesús, he prometido / servirte hasta el final: /
po toda relación con la totalidad, con una vida interior nunca te alejes de mí, / mi Señor y mí amigo". En
de nuestra propia invención, y puesto que era domin ague] momento quise llamar a la puerta Je la iglesia.
go, algunos deambulaban ahora como en trance, fuera Quise decir: Dejadme entrar, de¡adme entrar. Quería
de sus cabales, camino de una iglesia o saliendo de una decir: Permitid que os explique una cosa: no es posible
iglesia. La atmósfera < ¡ ue impregnaba esta actividad -ir hablar de Señor y amigo; un señor es una cos-a y un
hacia la iglesia, volver de la iglesia- producía la sensa amigo es otra que no tiene nada que ver, atgo total
ción de que hubiera sido decretada. Si ificaba también, mente dístinto;' un señor no puede ser un amigo.
gn
una vez más, fa derrota, pues ¿qué habría sido de las Además ) ¿quién desearía algo así, un señor y al mismo
vidas de todos los con< 1uistados si éstos no hubieran tiempo amigo? Sólo lo desearía un hombre. Es un
acabado por creer en los dioses del pueblo que les hombre <¡uien preguntaría qué es lo gue hace que el
había conquistado? Pasé junto a una iglesia. La propia mundo gire y encontraría en su propia respuesta
estructura de la iglesia, una pequeña y hermosa cons- campos gravitatorjos, líneas imaginarias, ángulos y ejes,
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