Page 106 - Autobiografia de mi Madre v.2
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fK]Uel  estado )  medio inváHda y con la  visión  borrosa   inevitable de lo inevltab]e )  la única certeza en medio
              para  siempre?                                          de 1a incertidumbre.
                ;\!i padre había aceptado el mundo con que se ha­        Así  que me  fui  a  conocer  ai hombre 9ue  habfa
              bía encontrado tal y como era, y habfa hecho de éste d   empujado a mi  hermana al fondo de un precipicio, a
              objeto de sus caprichos, así como otros hombres ha­     la cama  de hospital en 1a que yacía, a quedar medio
              bían hecho de él, de mi padre, el objeto de sus caprichos   inválida para el resto de su vida. Él nunca la había ido
              en  el mundo con t¡ue  se habían encontrado,  Que yo    a vísitar al hospital 1  guizá no supütra nada de su acci­
             ,i:;epa, nunca  cuestionó la existencia  de esos mundos   dente. Ella e.reía que así era; tenfa la absoluta certeza de
              dentro de  otros mundos.  Era un hombre rico; había     ,¡uc él  no lo  sabía;  los  recaderos  no  eran el  tipo  de
              hombres más ricos que él, y hombres más deos toda­      gente 9ue clla conociera; no eran de fiar, Yo era 1a úni�
              vía. Todos ellos estaban abocados al mismo final, nada   ca persona que podía avisarle, pero rogarme que hiciera
             podía  salvarles.  Él  había  vivido  el  tiempo suficiente   tal  cosa  era demasiado hurni!Jante, permitir que me
             como para haber perdido la fe en sus propios esfuer­     enterara de que había rehusado satisfacer su deseo era
             zos�  como  p;;;ra haber dejado  de creer que  tuvieran   más de lo que ella podía soportar. A pesar de todo fui
             ningún valor para el futuro, pero su apego por los bie­  a verle. Era un hombre Yanidoso� pero su arrogancia
             nes  materiales  de este  mundo,  su  afición  a obtener   era vulgar; no respondía a ninguna íntima convicción,
             ganancia!'\, era  como una droga: era adicto, no podía   a ningún conocimiento profundo de sí mismo, se de­
             dejarlo sin más. Su ahora única heredera, la hija de su   bía a algo gue creía que veía en él la gente, algo en su
             esposa -su hijo había muerto, su esposa estaba muer�     apostura, en la intensa y turbadora fonna en que mira­
             ta, yo me  había quitado de en medio-, no tenía n:ada    ba a todos fijamente, cierta cadencia en su 1nanera de
             que ver  con  su  forma  de entender  el  mundo  v en    andar. Si hubiera podido sentirme divertida, si en mi
                                                       ,  ,
             crnilguicr  caso; pot  naturaleza,  no podfa  abrigar los   vjda hubiera tenido cabida fa risa, una persona como
             mismos sentimientos que él acerca del mundo; dl:a veía   él habría constituido una fuente inapreciable.
             la fortuna de su padre sólo como un medio para libe­        Llevaba bigore, como una escoba o un tupído ce­
             rarse de la carga de la vida cotidiana que observaba a   pillo  de cerdas  erizadas que  se atusaba  sln cesar, en
             su alrededo.r: una vida  en  la que hahfa que barrer el   toda drcunstanda 1  con los dedos de la mano izquier­
             suelo sólo para que a) poco rn.to volviera a estar sucio;   da.  Ya  me había pasado  el  vestido  por la  cabeza y
             una vida en la ·que había que cocinar alimentos sólo     h:abía metido los brazos en fas mangas; me estaba abro­
             para que  fueran  rápídamenre consumidos y hubiera       chando la hebilla del cinturón cuando le díje que mi
             que cocinar más alimentos; lavar ropa sólo para que      hermana estabá en el hospital, que había sufrido un
             se ensuciara con el uso y hubiera que lavarla de nue­    accidente y que anhelaba verle. No sabía que Elizabeth
             vo. Y sin embargo, quizá mi padre hiciera lo correcto    tuviera una hermana, y cuando le pregunté hasta qué
             ambicionando el mundo v mi hermana hiciera lo co­        punto el hecho de saberlo habría cambiado las cosas
             rrecto disfrutándolo, pues lo contrario, ambicionar la   para él, empezó a jugar con el bigote y se echó a reír;
             muerte, no es ninguna ambición: 1a muerte es Jo más      emitía un sonido audible sólo para él.  Sus manos ha-


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