Page 31 - Fahrenheit 451
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alto. Todo el mundo cayendo convertido en lluvia. El -¿No lo recuerdas?
fuego ascendiendo en el volcán. Todo mezclado en un es -¿Qué? ¿Celebramos una juerga o algo por el estilo?
trépito ensordecedor y en un torrente que se encaminaba Siento como una especie de jaqueca. ¡Dios, qué hambre
hacia el amanecer. tengo! ¿ Quién estuvo aquí?
-Y a no entiendo nada de nadie -dijo Montag. -Varias personas.
Y dejó que una pastilla soporífera se disolviera en su -Es lo que me figuraba. -Mildred mordió su tos-
lengua. tada-. Me duele el estómago, pero tengo un hambre ca
nina. Supongo que no cometí ninguna tontería durante la
fiesta.
A las nueve de la mañana, la cama de Mildred estaba -No -respondió él con voz queda.
vacía. La tostadora le ofreció una rebanada untada con man
Montag se levantó apresuradamente. Su corazón latía tequilla. Montag alargó la mano, sintiéndose agradecido.
rápidamente, corrió vestíbulo abajo y se detuvo ante la -Tampoco tú pareces estar demasiado en forma -di
puerta de la cocina. JO su esposa.
Una tostada asomó por el tostador plateado, y fue co
gida por una mano metálica que la embadurnó de mante
quilla derretida. A última hora de la tarde llovió, y todo el mundo ad
Mildred contempló cómo la tostada pasaba a su plato. quirió un color grisáceo oscuro. En el vestíbulo de su
Tenía las orejas cubiertas con abejas electrónicas que, con casa, Montag se estaba poniendo la insignia con la sala
su susurro, ayudaban a pasar el tiempo. De pronto, la mandra anaranjada. Levantó la mirada hacia la rejilla del
mujer levantó la mirada, vio a Montag, le saludó con la aire acondicionado que había en el vestíbulo. Su esposa,
cabeza. examinando un guión en la salita, apartó la mirada el
-¿Estás bien?-preguntó Montag. tiempo suficiente para observarle.
Mildred era experta en leer el movimiento de los la -¡Eh! -dijo-. ¡El hombre está pensando!
bios, a consecuencia de diez años de aprendizaje con las -Sí -dijo él-. Quería hablarte. -Hizo una pau-
pequeñas radios auriculares. Volvió a asentir. Introdujo sa-. Anoche, te tomaste todas las píldoras de tu botellita
otro pedazo de pan en la tostadora. de somníferos.
Montag se sentó. -¡Oh, jamás haría eso! -replicó ella, sorprendida.
Su esposa dijo: -El frasquito estaba vacío.
-No entiendo por qué estoy tan hambrienta. _-Y o no haría una cosa como ésa. ¿ Por qué tendría
-Es que ... que haberlo hecho?
-Estoy hambrienta. -Quizá te tomaste dos píldoras, lo olvidaste y vol
-Anoche ... -empezó a decir él viste a tomar otras dos, y así sucesivamente hasta quedar
-No he dormido bien. Me siento fatal. ¡Caramba! tan aturdida que seguiste tomándolas mecánicamente
¡Qué hambre tengo! No lo entiendo. hasta tragar treinta o cuarenta de ellas.
-Anoche ... -volvió a decir él. -Cuentos -dijo ella-. ¿Por qué podría haber que
Ella observó distraídamente sus labios. rido hacer semejante tontería?
-¿Qué ocurrió anoche? -No lo sé.
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