Page 32 - Fahrenheit 451
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Era  evidente  que  Mildred  estaba  esperando  a  que         tuviésemos la cuarta pared  ...  ¡Oh! Sería como si esta sala
             Montag se marchase.                                              ya no fuera nuestra en absoluto, sino que perteneciera a
               -No lo he hecho -insistió la mujer-. No lo haría ni            toda clase de gente exótica. Podríamos pasarnos de algu­
            en un millón de años.                                             nas cosas.
               -Muy bien. Puesto que tú lo dices  ...                           -Y  a nos estamos  pasando de algunas para pagar la
               -Eso es lo que dice la señora.                                 tercera pared. Sólo hace dos meses que la instalamos.
               Ella se concentró de nuevo en el guión.                        ¿Recuerdas?
               -¿  Qué dan esta tarde? -preguntó Montag con tono                -¿Tan poco  tiempo hace? -Se lo  quedó mirando
            aburrido.                                                         durante un buen rato-. Bueno, adiós.
               Mildred volvió a mirarle.                                         -Adiós -dijo él. Se detuvo y se volvió hacia su mu­
               -Bueno,  se trata de una obra que transmitirán en el           jer-. ¿Tiene un final feliz?
            circuito moral dentro de diez minutos.  Esta mañana me               -Aún no he terminado de leerla.
            han enviado mi papel por correo. Y  o les había enviado              Montag se acercó, leyó la última página, asintió, dobló
            varias tapas de cajas. Ellos escriben el guión con un papel       el guión y se lo devolvió a Mildred. Salió de la casa y se
            en blanco. Se trata de una nueva idea. La concursante  o          adentró en la lluvia.
            sea yo, ha de recitar ese papel. Cuando llega el mome�to
            de decir las líneas que faltan,  todos  me  miran desde las
            tres paredes, y yo las digo. Aquí, por ejemplo, el hombre            El aguacero iba amainando, y la muchacha andaba por
            dice:  «¿Qué te parece esta idea, Helen?» Y me mira mien­         el centro de la acera, con la cabeza echada hacia atrás para
            tras  yo estoy sentada  aquí  en el centro del  escenario,        que las gotas le cayeran en el rostro. Cuando vio a Mon­
            ¿comprendes? Y yo replico, replico  ... -Hizo una pausa           tag, sonrió.
            y,  con el dedo, buscó una línea del guión-.  «¡Creo que             -¡Hola!
            e estupen � a!» Y así continúan con la obra hasta que él             Él contestó al saludo y después, dijo:
             �
            dice: «¿Estas de acuerdo con esto, Hclen?», y yo: «¡Claro            -¿Qué haces ahora?
            que sí!» ¿Verdad que es divertido, Guy?                              -Sigo loca. La lluvia es agradable. Me encanta cami-
               Él permaneció en el vestíbulo, mirándola.                      nar bajo la lluvia.
               -Desde luego, lo es -prosiguió ella.                              -No creo que a mí me gustase.
               -¿De qué trata la obra?                                           -Quizá sí, si lo probara.
               -Acabo de decírtelo.  Están esas personas  llamadas               -Nunca lo he hecho.
            Bob, Ruth y Heleo.                                                   Ella se lamió los labios.
               -¡Oh!                                                             -La lluvia incluso tiene buen sabor.
              -Es muy distraída. Y aún lo será más cuando poda-                  -¿A qué te dedicas? ¿A  andar por ahí probándolo
            mos instalar televisión en la cuarta pared. ¿  Cu  foto crees     todo una vez? -inquirió Montag.
            que tardaremos ahora para poder sustituir esa pared por              -A veces, dos.
            otra con televisión? Sólo cuesta dos mil dólares.                    La muchacha contempló algo que tenía en una mano.
               -Eso es un tercio de mi sueldo anual.                             -¿  Qué llevas ahí?
              -Sólo cuesta dos mil dólares -repitió ella-. Y creo                -Creo que es el último diente de león de este año.
            que alguna vez deberías tenerme cierta consideración. Si           Me parecía imposible encontrar uno en  el césped, tan
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