Page 28 - Fahrenheit 451
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pado una caja de píldoras. Si vuelve a necesitarnos, lláme Clarisse, la de sus padres y la del tío que sonreía tan sose
nos. Procure que su esposa permanezca quieta. Le hemos gado y ávidamente. Por encima de todo, sus risas eran
inyectado un antisedante. Se levantará bastante ham tranquilas y vehementes, jamás forzadas, y procedían de
brienta. Hasta la vista. aquella casa tan brillantemente iluminada a avanzada
Y los hombres, con los cigarrillos en sus rectilíneas hora de la noche, en tanto que. todas las demás estaban
bocas, cogieron la máquina y el tubo, su caja de melanco cerradas en sí mismas, rodeadas de oscuridad. Montag
lía líquicla y traspasaron la puerta. oyó las voces que hablaban, hablaban, tejiendo y vol
Montag se dejó caer en una silla y contempló a su mu viendo a tejer su hipnótica tela.
jer. Ahora tenía los ojos cerrados, apaciblemente, y él Montag salió por el ventanal y atravesó el césped, sin
alargó una mano para sentir en la palma la tibieza de la darse cuenta de lo que hacía. Permaneció en la sombra,
respiración. frente a la casa iluminada, pensando que podía llamar a la
-Mildred -dijo, por fin. puerta y susurrar: «Dejadme pasar. No diré nada. Sólo
«Somos demasiados -pensó-. Somos miles de mi deseo escuchar. ¿De qué estáis hablando?»
llones, es excesivo. Nadie conoce a nadie. Llegan unos Pero, en vez de ello, permaneció inmóvil, muy frío,
desconocidos y te violan, llegan unos desconocidos y te con el rostro convertido en una máscara de hielo, escu
desgarran el corazón. Llegan unos desconocidos y se te chando una voz de hombre -¿ la del tío?- que hablaba
llevan la sangre. ¡ Válgame Dios! ¿ Quiénes eran esos con tono sosegado:
hombres? ¡Jamás les había visto!» -Bueno, al fin y al cabo, ésta es la era del tejido dis
Transcurrió media hora. ponible. Dale un bufido a una persona, atácala, ahuyén
El torrente sanguíneo de aquella mujer era nuevo y tala, localiza otra, bufa, ataca, ahuyenta. Todo el mundo
parecía haberla cambiado. Sus mejillas estaban muy son utiliza las faldas de todo el mundo. ¿Cómo puede espe
rojadas y sus labios aparecían frescos y llenos de color, rarse que uno se encariñe por el equipo de casa cuando ni
suaves y tranquilos. Allí había la sangre de otra persona. siquiera se tiene un programa o se conocen los nombres?
Si hubiera también la carne, el cerebro y la memoria de Por cierto, ¿qué colores de camiseta llevan cuando salen
otro ... Si hubiesen podido llevarse su cerebro a la lavan al campo?
dería, para vaciarle los bolsillos y limpiarlo a fondo, de Montag regresó a su casa, dejó abierta la ventana,
volviéndolo como nuevo a la mañana siguiente ... Si ... comprobó el estado de Mildred, la arropó cuidadosa
Montag se levantó, descorrió las cortinas y abrió las mente y, después, se tumbó bajo el claro de luna, que
ventanas de par en par para dejar entrar al aire nocturno. formaba una cascada de plata en cada uno de sus ojos.
Eran las dos de la madrugada ¿ Era posible que sólo hu Una gota de lluvia. Clarisse. Otra gota. Mildred.
biera transcurrido una hora desde que encontró a Cla Una tercera. El tío. Una cuarta. El fuego esta noche. Una,
risse McClellan en la calle, que él había entrado para en Clarisse. Dos, Mildred. Tres, tío. Cuatro, fuego. Una, Mil
contrar la habitación oscura, desde que su pie había dred, dos Clarisse. Una, dos, tres, cuatro, cinco, Clarisse,
golpeado la botellita de cristal? Sólo una hora, pero el Mildred, tío, fuego, tabletas soporíferas, hombres, tejido
mundo se había derrumbado y vuelto a constituirse con disponible, faldas, bufido, ataque, rechazo, Clarisse, Mil
una forma nueva e incolora. dred, tío, fuego, tabletas, tejidos, bufido, ataques, re
De la casa de Clarisse, por encima del césped ilumi chazo. ¡ Una, dos, tres, una, dos, tres! Lluvia. La tor
nado por el claro de luna, llegó el eco de unas risas; la de menta. El tío riendo. El trueno descendiendo desde lo