Page 156 - Fahrenheit 451
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habría algo increíble. Montag descendería cuidadosa La silueta se diluyó. Los ojos desaparecieron. Las ho
mente, a la luz rosada del amanecer, tan consciente del jas secas se agitaron.
mundo que sentiría miedo, y se inclinaría sobre el pequeño Montag estaba solo en la selva.
milagro, hasta que, por fin, se agacharía para tocarlo. Un gamo. Montag olió el denso perfume almizclado y
Un vaso de leche fresca, algunas peras y manzanas es el olor a hierba del aliento del animal, en aquella noche
taban al pie de la escalera. eterna en que los árboles parecían correr hacia él, apar
Aquello era todo lo que deseaba. Algún signo de que tarse, correr, apartarse, al impulso de los latidos de su co
el inmenso mundo le aceptaría y le concedería todo el razón.
tiempo que necesitaba para pensar lo que debía ser pen Debía de haber billones de hojas en aquella tierra;
sado. Montag se abrió paso entre ellas, un río seco que olía a
Un vaso de leche, una manzana, una pera. trébol y a polvo. ¡ Y a otros olores! Había un aroma
Montag se alejó del río. como a patata cortada, que subía de toda la tierra, áspero,
La tierra corrió hacia él como una marea. Fue en frío y blanco debido al hecho de haber estado iluminado
vuelto por la oscuridad y por el aspecto del campo, y por por el claro de luna la mayor parte de la noche. Había un
el millón de olores que llevaba un viento que le helaba el olor como de pepinillo de una botella y como de perejil
cuerpo. Retrocedió ante el ímpetu de la oscuridad, del de la cocina casera. Había un débil olor amarillento como
sonido y del olor; le zumbaban los oídos. Dio media a mostaza. Había un olor como de claveles del jardín ve
vuelta. Las estrellas brillaban sobre él como meteoros lla cino. Montag tocó el suelo con la mano y sintió que la
meantes. Montag sintió deseos de zambullirse de nuevo maleza le acariciaba.
en el río y dejar que le arrastrara a salvo hasta algún lugar Se irguió jadeante, y cuanto más inspiraba el perfume
más lejano. Aquella oscura tierra que se elevaba era como de la tierra, más lleno se sentía de todos sus detalles. No
cierto día de su infancia, en que había ido a nadar, y una estaba vacío. Allí había más de lo necesario para llenarle.
ola surgida de la nada, la mayor que recordaba la Histo Siempre habría más que suficiente.
ria, le envolvió en barro salobre y en oscuridad verdosa; Avanzó por entre el espesor de hojas caídas, vacilante.
el agua le quemaba la boca y la nariz, alborotándole el es Y, en medio de aquel ambiente desconocido, algo fami
tómago. ¡Demasiada agua! liar.
¡Demasiada tierra! Su pie tropezó con algo que sonó sordamente.
Desde la oscura pared frente a él, una silueta. En la si Movió su mano en el suelo, un metro hacia aquí, un
lueta, dos ojos. La noche, observándole. El bosque, vién metro hacia allá.
dole. La vía del tren.
¡El Sabueso! La vía que salía de la ciudad y atravesaba la tierra, a
Después de tanto correr y apresurarse, de tantos su través de bosques y selvas, desierta ahora, junto al río.
dores y peligros, de haber llegado tan lejos, de haberse Allí estaba el camino que conducía adonde quiera se
esforzado tanto, y de creerse a salvo, y de suspirar, ali dirigiese. Aquí había lo único familiar, el mágico encanto
viado ... para salir a tierra firme y encontrarse con ... que necesitaría toqr, sentir bajo sus pies, mientras se
¡El Sabueso! adentrara en las zarzas y los lagos de olor y de sensacio
Montag lanzó un último grito de dolor, como si aque nes, entre los susurros y la caída de las hojas.
llo fuera demasiado para cualquier hombre. Montag avanzó, siguiendo la vía.
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