Page 153 - Fahrenheit 451
P. 153

Montag  sintió  todas las manos en los pomos de las   rra, los helicópteros se cernieron de nuevo sobre la ciu­
 puertas.   dad, como si hubieran encontrado otra pista. Se alejaron.
 El olor del río era fresco y semejante a una lluvia só­  El Sabueso se había ido. Ya sólo quedaba el helado río y
 lida. La garganta de Montag ardía y sus ojos estaban rese­  Montag flotando en una repentina paz, lejos de la ciudad,
 cos por el viento que producía el correr.  Chilló, como si   de las luces y de la cacería, lejos de todo.
 este grito pudiera impulsarle adelante, hacerle recorrer el   Montag  sintió  como  si hubiese dejado un escenario
 último centenar de metros.   lleno  de  actores a  su  espalda.  Sintió  como  si  hubiese
 -¡Seis, siete, ocho!   abandonado el gran espectáculo y todos los fantasmas
 Los pomos giraron en cinco millares de puertas.   murmuradores.  Huía de una aterradora irrealidad para
 -¡Nueve!   meterse en una realidad que resultaba irreal, porque era
 Montag se alejó de la última fila de casas, por una pen-  nueva.
 diente que conducía a la negra y móvil superficie del río.   La tierra oscura se  deslizaba cerca de él,  que seguía
 -¡Diez!   avanzando  hacia campo  abierto entre  colinas.  Por  pri­
 Las puertas se abrieron.   mera vez en una docena de años,  las  estrellas  brillaban
 Montag vio en su imaginación a miles y miles de ros­  sobre su cabeza, formando una gigantesca procesión.
 tros  escrutando  los patios, las  calles,  el cielo,  rostros   Cuando la maleta se llenó de agua y se hundió, Mon­
 ocultos por cortinas, rostros descoloridos, atemorizados   tag siguió flotando boca arriba; el río era tranquilo y pau­
 por  la oscuridad,  como animales grisáceos  que  miran   sado, mientras se alejaba de la gente que comía sombras
 desde cavernas eléctricas, rostros con ojos grises e incolo­  para desayunar, humo para almorzar y vapores para ce­
 ros, lenguas grises y pensamientos grises.   nar.  El río era muy real,  le sostenía  cómodamente y le
 Pero había llegado al río.   daba tiempo para considerar este mes, este año y todo un
 Lo tocó para cerciorarse de que era real. Se metió en el   transcurso de ellos.  Montag escuchó el lento  latir de su
 agua, se desnudó por  completo y se roció el cuerpo, los   corazón.  Sus pensamientos dejaron  de  correr  junto  con
 brazos,  las piernas y la cabeza  con  el licor  que llevaba,   su sangre.
 bebió un sorbo e inspiró otro poco por la nariz. Después,   Vio que la  luna se  hundía en  el firmamento.  La luna
 se vistió con la ropa y los zapatos de Faber. Echó su ropa   allí,  y  su  resplandor,  ¿producido por  qué?  Por el  sol,
 aLrío y contempló cómo se la llevaba la corriente. Luego,   claro. ¿ Y qué iluminaba al sol? Su propio fuego. Y el sol
 con la maleta en la mano se metió agua adentro hasta per­  sigue,  día tras día,  quemando y  quemando.  El sol y el
 der pie, y se dejó arrastrar en la oscuridad.   tiempo. El sol, el tiempo y las llamas.  Llamas.  El río le
         balanceaba suavemente. Llamas. El sol y todos los relojes
         del mundo. Todo se reunía y se convertía en una misma
 Estaba  a  unos  trescientos  metros  corriente  abajo,   cosa en su mente. Después de mucho tiempo de flotar en
 cuando el Sabueso llegó al río.  Arriba, las grandes aspas   el río, Montag supo por  qué nunca más volvería  a que­
 de los ventiladores giraban sin cesar.  Un torrente de luz   mar algo.
 cayó sobre el río y Montag se zambulló bajo la gran ilu­  El sol ardía a diario. Quemaba el Tiempo. El mundo
 minación,  como si  el  sol hubiese  salido entre las nubes.   corría en círculos,  girando  sobre su eje, y el tiempo se
 Sintió  que el río lo empujaba más lejos,  hacia la oscuri­  ocupaba en  quemar  los  años  y a la gente, sin  ninguna
 dad. Después, las luces volvieron a desplazarse hacia tie-  ayuda por su parte. De modo  que si él quemaba cosas
   148   149   150   151   152   153   154   155   156   157   158