Page 149 - Fahrenheit 451
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Entonces, si lo deseaba, Montag podía levantarse, acer Cuando me haya marchado, queme el cobertor de esta
carse a la ventana, sin perder de vista el televisor, abrirla, cama, lo he tocado. Queme la silla de la sala de estar en
asomarse y verse dramatizado, descrito, analizado. Un su incinerador. Frote el mobiliario con alcohol, así como
drama que podía contemplarse objetivamente, sabiendo los pomos de las puertas. Queme la alfombra del salón.
que, en otros salones, tenía un tamaño mayor que el na Dé la máxima potencia al acondicionador de aire y, si
tural, a todo color, dimensionalmente perfecto. Y si se tiene un insecticida, rocíelo todo con él. Después, ponga
mantenía alerta, podría verse, asimismo, un instante antes en marcha sus rociadores del césped, con toda la fuerza
de perder el sentido, siendo liquidado en beneficio de la que pueda, y riegue bien las aceras. Con un poco de
multitud de telespectadores que, unos minutos antes, ha suerte, podríamos evitar que nos siguieran la pista.
bían sido arrancados de su sueño por la frenética sirena Faber le estrechó la mano.
de sus televisores murales para que pudieran presenciar la -Lo haré. Buena suerte. Si ambos estamos vivos, la
gran cacería, el espectáculo de un solo hombre. semana próxima o la siguiente nos pondremos en con
¿Tendría tiempo para hablar cuando el Sabueso lo co tacto. En la lista de Correos, de Saint Louis. Siento que,
giera, a la vista de diez, veinte o treinta millones de per esta vez, no haya manera de poder acompañarle con mi
sonas? ¿No podría resumir lo que había sido su vida du cápsula auricular. Hubiese sido bueno para ambos. Pero
rante la última semana con una sola frase o una palabra mi equipo é'ra limitado. Hágase cargo, nunca creí que ha
que permaneciera con ellas mucho después de que el Sa bría de utilizarlo. Soy un viejo estúpido. Sin ideas. Estú
bueso se hubiese vuelto, sujetándolo con sus mandíbulas pido, estúpido. Y, ahora, no tengo otra cápsula verde
de metal, para alejarse en la oscuridad, mientras la cámara para que pueda llevársela usted. ¡Márchese ya!
permanecía quieta, enfocando al aparato que iría empe -Otra cosa, ¡aprisa! Una maleta. Cójala, llénela con
queñeciéndose a lo lejos, para ofrecer un final esplén su ropa más sucia, un trapo viejo, cuanto más sucio me
dido? ¿Qué podría decir en una sola palabra, en unas po jor, una camisa, algunos calcetines y zapatos viejos ...
cas palabras que dejara huella en todos sus rostros y les Faber se marchó y regresó al cabo de un minuto.
hiciera despertar? -Para conservar en su interior el antiguo olor de Mr.
-Mire -susurró Faber. Faber, claro está -dijo éste, sudoroso por el esfuerzo.
Del helicóptero surgió algo que no era una máquina ni Montag roció el exterior de la maleta con whisky.
un animal, algo que no estaba muerto ni vivo, algo que -No creo que ese Sabueso capte dos olores a la vez.
resplandecía con una débil luminosidad verdosa. Perma Permítame que me lleve ese whisky. Lo necesitaré más
neció junto a las ruinas humeantes de la casa de Montag y tarde. ¡Cristo, espero que dé resultado!
los hombres trajeron el abandonado lanzallamas de éste y Volvieron a estrecharse la mano y, mientras se dirigían
lo pusieron bajo el hocico del Sabueso. Se oyó un siseo, hacia la puerta, lanzaron una ojeada al televisor. El Sa
un resoplido, un rumor de engranajes _. bueso estaba en camino seguido por las cámaras de los
Montag meneó la cabeza, se levantó y apuró su be helicópteros, silencioso, silenciosos, olfateando el aire
bida. nocturno. Bajaba por la Primera A venida.
-Ya es hora. Lamento lo que está ocurriendo. -¡Adiós!
-¿Qué? ¿ Yo? ¿Mi casa? Lo merezco todo. ¡Corra, Y Montag salió velozmente por la puerta posterior,
por amor de Dios! Quizá pueda entretenerles aquí... corriendo con la maleta semivacía. Oyó que, a su espalda,
-Espere. No vale la pena de que se descubra usted. los rociadores de césped se ponían en marcha, llenaban el
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