Page 145 - Fahrenheit 451
P. 145

Luego,  Faber  se  movió,  adelantó  una  mano,  cogió  a   -Por  primera  vez en  muchos  años  me siento vivir
 � ontag, le hizo entrar. Lo  obligó  a sentarse,  y regresó   -replicó Faber-. Me doy cuenta de que hago lo que
                                        _
                                                        _
 Junto a la puerta donde se quedó escuchando. Las sirenas   hubiese  debido  de  hacer  hace  siglos.  Durante  cierto
 gemían a lo lejos. Faber entró y cerró la puerta.   tiempo, no tengo miedo. Quizá sea porque, por fin, estoy
                                                         _
 -He cometido estupidez tras estupidez -dijo Mon­  cumpliendo con mi deber. O tal vez sea porque no quiera
 tag-. No puedo quedarme mucho rato. Sabe Dios hacia   mostrarme cobarde ante usted. Supongo que aún tendré
 dónde voy.   que hacer  cosas  más violentas,  que tendré que arries­
 -Por lo menos, ha sido un tonto respecto a lo impor­  garme para  no  fracasar  en  mi misión y  asustarme de
 tante -dijo  Faber-. Creía que estaba muerto. La cáp­  nuevo. ¿Cuáles son sus planes?
 sula auditiva que le di ...   -Seguir huyendo.
 -Quemada.  -¿Sabe que ha estallado la guerra?
 -Oí que el capitán hablaba con usted y, de repente,  -Lo he oído decir.
 ya no oí nada. He estado a punto de salir a buscarle.   -¿Verdad que  resulta  curioso?  -dijo el anciano-.
 -El  capitán ha muerto.  Encontró la cápsula,  oyó la  La guerra nos parece algo remoto porque tenemos nues­
 voz  de usted y se proponía  buscar  su origen. Lo maté   tros propios problemas.
 con el lanzallamas.   -No he tenido tiempo para pensar. -Montag  saco
 Faber se sentó, y, durante un rato, guardó absoluto si­  un centenar de dólares-. Quiero darle esto para que lo
 lencio.   utilice de un modo útil, cuando me haya marchado.
 -� Dios mío, ¿cómo ha podido ocurrir esto? -prosi­  -Pero ...
 gmo Montag-. Hace pocas noches, todo iba estupenda­  -Quizás haya muerto a mediodía. Utilícelo.
 mente. Y, de repente, estoy a punto de ahogarme. ¿ Cuán­  Faber asintió.
 tas veces puede hundirse un hombre y seguir vivo? No   -Si le es posible, será mejor que se dirija hacía el r�o.
 puedo respirar. Está la muerte de Beatty, que un tiempo   Siga su curso. Y si encuentra alguna vieja línea ferrovia­
                                                        �
 fu mi amigo. Y Millie se ha marchado. Y o creía que era   ria, que se adentra en el  am o, sígala. Aunque en 1 ac­
                                �
                                   p
                                                      _
 �
 mi esposa. Pero,  ahora,  ya no lo sé. Y la casa ha ardido   tualidad todas las comumcac10nes se hacen por v1a aerea,
                                                  �
 por completo. Y me he  quedado sin empleo,  y yo ando   y la mayoría de las vías están abandonadas, l s raíles si­
                                            _
                                                           �
 huyendo. Y, por el camino, he colocado un libro en casa   guen  allí,  oxidándose.  He  oído  decir  que  aun  qued n
 de un bombero. ¡Válgame Dios!  ¡Cuántas cosas he hecho   campamentos de vagabundos esparcidos por todo el pais.
 en una sola semana!   Les llaman campamentos ambulantes, y si anda usted el
 -Ha hecho lo que debía hacer. Es algo que se prepa­  tiempo  suficiente  y se  mantiene ojo avizor, dicen que
 raba desde hace mucho tiempo.   quedan  muchos antiguos graduados de Harvard en  el
                                                _
 -Sí, eso creo, aunque sea lo único que crea. Tenía que  territorio que se extiende entre aquí y Los Ángeles.  �a
 suceder. Desde hace  mucho  tiempo  sentía  que algo se   mayoría de ellos son buscados y perseguidos en las ciu­
                                                          i_n
 preparaba en mi interior,  y yo andaba por ahí haciendo   dades. Supongo que se limitan a vegetar. No quedan  u­
                                                            �
 una cosa y sintiendo otra. Dios, todo estaba aquí dentro.   chos, y me figuro que el Gobierno nunca los ha cons1d ­
 Lo extraño es que no se trasluciera en mí, como la grasa.   rado un peligro lo suficientemente grande como para ir
 Y, ahora, estoy aquí, complicándole la vida. Pueden ha­  en busca  de ellos. Podría refugiarse con  esos  hombres
 berme seguido hasta aquí.   durante algún tiempo y ponerse en contacto conmigo en
                                                        143
   140   141   142   143   144   145   146   147   148   149   150