Page 137 - Fahrenheit 451
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allí. Algo en su interior le indujo a detenerse y, luego, le mano de astillas de la verja, la molestia se hizo p r fin,
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abatió: soportable. Y la ierna ac bó P r ser u propia pierna.
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Permaneció donde había caído, con las piernas dobla Montag había temido que si corn podna romperse el to
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das y el rostro hundido en la grava. billo insensibilizado. Ahora, asp1rando la noche por la
Beatty había deseado morir. boca abierta, y exhalando un tenue lien o, pues toda l
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En medio de su sollozo, Montag comprendió que negrura había permanecido en su mtenor, emprend10
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era verdad. «Beatty quería morir. Permaneció quieto una caminata a paso acelerado. Llevaba los libros en las
allí, sin tratar de salvarse. Se limitó a permanecer allí, manos.
bromeando, hostigándole, pensó Montag. Y este pensa Pensó en Faber.
miento fue suficiente para acallar sus sollozos y permi Faber estaba en aquel humeante montón de carbón
tirle hacer una pausa para respirar. ¡Cuán extraño desear que carecía ya de identidad. Había quemado a Faber
tanto la muerte como para permitir a un hombre andar a también. Esta idea le impresionó tanto que tuvo la sensa
su alrededor con armas, y, luego, en vez de callar y per ción de que Faber estaba muerto de verdad, totalmente
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manecer vivo, empezar a gritarle a la gente y a burlarse cocido en aquella diminuta cápsula ver� perdida en el
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de ella hasta conseguir enfurecerla! Y entonces ... » bolsillo de un hombre que ahora apenas si era un esque-
A lo lejos, ruido de pasos que corrían. leto, unido con tendones de asfalto.
Montag se irguió. «Larguémonos de aquí. Vamos, le «Tienes que recordarlo: quémalos o te q emaran
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vántate, levántate, no puedes quedarte ahí sentado.» Pero -pensó Montag-. En este momento, resulta asi de sen-
aún estaba llorando, y había que terminar aquello. Iba a cillo.»
marcharse. No había querido matar a nadie ni siquiera a Buscó en sus bolsillos: el dinero seguía allí. Y en otro
Beatty. Se le contrajo la carne, como si la hubieran su bolsillo encontró la radio auricular normal con la que la
mergido en un ácido. Sintió náuseas. Volvió a ver a Beat ciudad hablaba consigo misma en la fría oscuridad de la
ty, convertido en antorcha sin moverse ardiendo en la madrugada
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hierba. Montag se mordió los nudillos. «Lo siento, lo -Policía, alerta. Se busca: fugmvo en la cmdad. Ha
siento. Dios mío, lo siento ... » cometido un asesinato y crímenes contra el Estado.
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Trató de encajar las piezas, de volver a la vida normal Nombre: Guy Montag. Profesión: bombero. Visto por
de algún tiempo atrás, antes de la criba y la arena, del última vez...
«Dentífrico Denham», de las voces susurradas en su Montag corrió sin detenerse durante sei� manzanas,
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oído, de las mariposas, de las alarmas y las excursiones, siguiendo el callejón. Y, despué�, é te se abno sobre una
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demasiado para unos breves días, demasiado para toda amplia avenida, ancha como seis pi tas «A la cruda luz
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una vida. de las lámparas de arco parecía un no sm barca ; habia el
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Unos pies corrieron en el extremo más alejado del ca peligro de ahogarse tratando � e cruz rla», penso Montag.
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llejón. Era demasiado ancha, demasiado abierta. Era un enorme
«Levántate -se dijo Montag-. ¡Maldita sea, leván escenario sin decorados, que le invitaban a at avesarlo
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tate!» -dijo a la pierna. Y se puso en pie. corriendo. Con la brillante iluminación era fácil de des
Parecía que le hundieran clavos en la rodilla; y, luego, cubrir de alcanzar, de eliminar.
sólo alfileres; y, por último, un molesto cosquilleo. Y tras La �adio auricular susurraba en su oído:
arrastrarse y dar otra cincuentena de saltos, llenándose la -... alerta a un hombre corriendo ... Vigilen a un
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