Page 130 - Fahrenheit 451
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-¡No! -gritó Montag con impotencia-. ¡El Sa terrible soledad, retrocedió y dirigió una enorme y bri
bueso! ¡A causa del Sabueso! llante llamarada amarillenta a toda la habitación. La cu
Faber oyó, y Beatty, pensando que el otro hablaba bierta de plástico ignífugo, que había sobre todos los ob
con él, también le oyó. jetos, quedó deshecha y la casa empezó a estremecerse
-Sí, el Sabueso está por ahí cerca, de modo que no con las llamas.
intentes ningún truco. ¿Listo? -Cuando hayas terminado -dijo Beatty a su es
-Listo. palda-, quedarás detenido.
Montag abrió el seguro del lanzallamas. La casa se convirtió en carbones ardientes y ceniza ne
-¡Fuego! gra. Se derrumbó sobre sí misma y una columna de humo
Un chorro llameante salió desde la boquilla del apa que oscilaba lentamente en el cielo se elevó de ella. Eran
rato y golpeó los libros contra la pared. Montag entró en las tres y media de la madrugada. La multitud regresó a
el dormitorio y disparó dos veces, y las camas gemelas se sus casas, el gran entoldado del circo se había convertido
volatilizaron exhalando un susurro, con más calor, pa en carbón y desperdicios, y el espectáculo terminó.
sión y luz de las que él había supuesto que podían conte Montag permaneció con el lanzallamas en sus flácci
ner. Montag quemó las paredes del dormitono, el toca das manos, mientras grandes islas de sudor empapaban
dor, porque quería cambiarlo todo, las sillas, las mesas y, sus sobacos, y su rostro estaba lleno de hollín. Los otros
en el comedor, los platos de plástico y de plata, todo lo bomberos esperaban detrás de él, en la oscuridad, con los
que indicara que él había vivido allí, en aquella casa vacía, rostros débilmente iluminados por el rescoldo de la casa.
con una mujer desconocida que mañana le olvidaría, que Montag trató de hablar un par de veces, y, por fin,
se había marchado y le había olvidado ya por completo, consiguió formular su pensamiento.
escuchando su radio auricular mientras atravesaba la ciu -¿Ha sido mi esposa la que ha dado la alarma?
dad, sola. Y como antes, era bueno quemar. Montag se Beatty asintió.
sintió borbotear en las llamas y el insensato problema fue -Pero sus amigas habían dado otra con anterioridad.
arrebatado, destruido, dividido y ahuyentado. Si no ha De una u otra manera, tenías que cargártela. Fue una ton
bía solución ... Bueno, en tal caso, tampoco quedaría pro tería ponerte a recitar poemas por ahí, como si tal cosa.
blema. ¡El fuego era lo mejor para todos! Ha sido el acto de un maldito estúpido. Dale unos cuan
-¡Los libros, Montag! tos versos a un hombre y se creerá que es el Señor de la
Los libros saltaron y bailaron como pájaros asados, Creación. Cree que, con los libros, incluso podrá andar
con sus alas en llamas con plumas rojas y amarillas. por encima del agua. Bueno, el mundo puede arreglárse
Y luego, Montag entró en el salón, donde los estúpi las muy bien sin ellos. Fíjate adónde te han conducido,
dos monstruos yacían dormidos con sus pensamientos hundido en el barro hasta los labios. Si agito el barro con
blancos y sus sueños nebulosos. mi dedo meñique, te ahogas.
Y lanzó una andanada contra cada una de las tres pa Montag no podía moverse. Con el fuego había llegado
redes desnudas y el vacío pareció sisear contra él. La des un tremendo terremoto que había aniquilado la casa y
nudez produjo un siseo aún mayor, un chillido insensato. Mildred estaba en algún punto bajo aquellas ruinas, así
Montag trató de pensar en el vacío sobre el que había ac como su vida entera, y él no podía moverse. El terremoto
tuado la nada, pero no pudo. Contuvo el aliento para que seguía vibrando en su interior, y Montag permaneció allí,
el vacío no penetrara en sus pulmones. Eliminó aquella con las rodillas medio dobladas bajo el enorme peso del
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